Opinión

Felipe VI marca estilo en su primer año

Asumió la Jefatura del Estado con tres grandes retos por delante: recuperar la buena imagen de la Corona, tomar decisiones respecto al caso Noos, y trabajar para que no se viera en peligro la unidad de España. La imagen de la Corona ha cambiado de forma sensible tras unos años en los que varios errores del Rey Juan Carlos, todos ellos de tipo privado, afectaron profundamente al prestigio de la Monarquía y, respecto a la unidad de España, el nuevo rey, al igual que hacía su padre, reitera su compromiso con la unidad territorial, aunque en ese terreno el rey no tiene más atribuciones que las que le marca la Constitución, y son muy restringidas. Puede ser árbitro en conflictos, tratar de mediar cuando se le invite a hacerlo o incluso por propia iniciativa, pero no cuenta con la capacidad de decisión de un gobernante, porque no lo es.

En relación con el caso Urdangarín, don Felipe de Borbón, Felipe VI, culmina su primer año con una decisión que provocó una auténtica conmoción familiar e institucional: la revocación del título de Duquesa de Palma a su hermana Cristina. Con polémica incluida porque la infanta, manteniendo su actitud díscola de los últimos años, intentó hacer creer que fue ella la que decidió renunciar al título hace unos días. Lo que no es cierto.

Cuando juró lealtad a la Constitución ante los miembros del Congreso y Senado y las más altas instituciones en la solemne sesión del 19 de junio de 2014, el rey ya marcó lo que para él era un compromiso dispuesto a cumplir: “Encontrarán en mí un jefe de Estado leal, dispuesto a escuchar y defender los intereses generales”, “La Corona debe ganarse el respeto, aprecio y confianza de los ciudadanos permanentemente” y con un compromiso de conducta “íntegra, honesta y transparente”. Se refirió a la unidad, como se esperaba, pero advirtiendo que “unidad no es uniformidad”, quizá por ello a lo largo del año ha mantenido tan buena sintonía con personalidades catalanas de distintos sectores sociales, fundamentalmente con el presidente de la Generalitat.

Con gestos que no siempre han sido bien entendidos por quienes demonizan a Artur Mas, pero que sin embargo, como explicaba un veterano dirigente catalán, no independentista, “ayuda a resolver el problema. El rey Felipe es hoy la persona mejor informada sobre la realidad catalana, qué piensan los políticos y empresarios pero sobre todo cómo se respira en la calle, porque habla con mucha más gente de lo que se sabe”.

NUEVO REY, NUEVAS FORMAS

Aquella ceremonia de proclamación iniciaba una nueva forma de ejercer la Jefatura del Estado, pero también tenía un punto amargo. Don Juan Carlos no quiso asistir porque consideraba que era su hijo el que debía tener todo el protagonismo, y tampoco acudió a la recepción multitudinaria que se celebró después en el Palacio de Oriente. Pero sí estuvo en la reunión previa que tuvo lugar allí mismo, con las familias del nuevo rey y la nueva reina.

En este año el rey Felipe trabaja hasta la extenuación, sabe que su responsabilidad es pesada porque a él corresponde recuperar el prestigio perdido. Y lo está consiguiendo. El propio Pablo Iglesias declaró públicamente que el debate sobre Monarquía o República está aparcado, y además hizo un gesto público de acercamiento al rey cuando, en una visita de don Felipe a Estrasburgo, el líder de Podemos saludó al rey y le entregó una caja con los DVD de la serie "Juego de Tronos". Hace tiempo que busca una audiencia con el rey.

Entre las decisiones que causaron más impacto se encuentra el anuncio de la Casa del rey Felipe de que las hermanas del rey ya no formaban parte de la Familia Real, sino que eran miembros de la Familia, y que dejarían de recibir una retribución de la Casa, y que además sus actos institucionales serían prácticamente inexistentes. Doña Elena sí ha presidido algunos a petición de su hermano. El rey Juan Carlos y la reina Sofía representan a la Corona y a España cuando se lo pide el rey Felipe, aunque su actividad se ha reducido considerablemente. Otras decisiones importantes del rey Felipe ha sido reducir el personal de su Casa, aprobar un código ético para ese personal y para la propia Familia Real, marcar criterio sobre los regalos que se podían aceptar, y mantener también cierta privacidad familiar.

LA REINA

Es inevitable mencionar a la Reina Letizia. Su imagen ha mejorado sensiblemente desde la proclamación, pero todavía no ha conseguido el afecto generalizado y la consideración que tenía doña Sofía, aunque seguramente lo logrará con el tiempo, cuando se haga más con sus nuevas responsabilidades.

Se queja de que se presta una atención excesiva a su vestuario, pero ella misma lo fomenta con su obsesión por su figura y su aspecto físico. En este año se ha volcado en los asuntos relacionadas con la Cooperación, tanto nacional como internacional, así como con proyectos sociales de distinta envergadura. Por otra parte, gracias a la reina Letizia el rRey ha mantenido el hábito anterior de pisar la calle, acudir sin anuncio previo al cine, teatro o restaurantes con naturalidad, en su afán de sentirse cerca del resto de los ciudadanos.

Cuando se echa la vista atrás, a su primer año de reinado, parece imposible asumir que se hayan producido tantos cambios en tan poco tempo, con nuevas actitudes; se hayan realizado tantos viajes, presidido tantos encuentros, inaugurado tantos congresos y foros. La agenda de Felipe VI ha estado muy cargada a diario, y la ha completado con multitud de entrevistas fuera de programa, con personas a las que quiere escuchar sin testigos, fotógrafos ni periodistas que pregunten al final de las reuniones. Suele decir el rey Felipe que el tiempo ha pasado muy deprisa, quizá porque el trabajo realizado ha sido exhaustivo.

Aunque queda mucho por hacer, o que le gustaría hacer, iniciativas que tomar. Pero encuentra una barrera infranqueable: la que marca la Constitución, que pone límites claros al terreno en el que se puede mover. Si no fuera así, con toda seguridad trataría de intervenir en asuntos muy delicados que los políticos no resuelven porque anteponen sus intereses a los intereses de España. Lo que nunca ocurrirá con el rey.

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