Opinión

PP: una convención envenenada

No podía empezar con peor pie la convención del PP:  Cristina Cifuentes, uno de sus principales referentes, en el ojo del huracán, y por otra parte,  el juez que decidía sobre la entrega de Puigdemont a España, le ha puesto en libertad mientras estudia esa entrega. Una decisión que no supone una buena noticia para el gobierno porque da oxígeno a los independentistas que consideran a Puigdemont una víctima de la justicia española y de un gobierno decidido a anularlo políticamente utilizando todos los medios a su alcance.

La convención de Sevilla, sin embargo, estaba diseñada para reafirmar al PP como un gran partido; el principal partido con experiencia de gobierno y con una estructura sólida que cubre todo el territorio frente a un PSOE debilitado por un dirigente que no acaba de encontrar su rumbo y además no cuenta con la confianza de las principales figuras del partido.Pretendía la convención confortar a unos militantes y votantes del PP desconcertados, preocupados y desencantados, y darles ánimos ante la sangría de votantes que huyen hacia Ciudadanos. El propio Rajoy reconoce que esa sangría existe a pesar de que no comprende la apuesta tan fuerte que se hace por un partido sin experiencia y que cambia tanto de criterio, y pensaba sinceramente que la convención era una fórmula adecuada para demostrar la fuerza del PP a pesar de que en los últimos meses todos los analistas ponen el acento en su declive. Para desgracia de Rajoy, todo el empeño que había puesto él mismo y su equipo en la reunión de este fin de semana se ha visto socavado por la puesta en libertad de Puigdemont y por  el malhadado master de Cifuentes, y tendrá que poner mucha carne en el asador si quiere que de la convención salga un PP dispuesto a dejarse la piel para recuperar la confianza de sus votantes.


LA OLA NARANJA 


Lo primero que habría que preguntarse es por qué Sevilla. Hay razones sobradas para que el equipo de dirección tomara esa decisión. En la sede de la calle Génova están convencidos de que Susana Díaz va a convocar las elecciones en otoño, y para el PP es fundamental hacer un esfuerzo superlativo, máximo, para lograr un buen resultado en las autonómicas andaluzas. Un buen resultado que pasa por conseguir más escaños que Ciudadanos porque, como confiesa  uno de los dirigentes del Partido Popular, "Si después del triunfo de Arrimadas en Cataluña , Ciudadanos queda por encima de nosotros en las andaluzas, la ola naranja se va a hacer con toda España, y hay que pararla no solo porque el PP quedaría mortalmente herido sino porque creemos que Ciudadanos no es la mejor opción para presidir un gobierno en España en este momento".

La intención del PP de poner el acento en Andalucía y volcarse en esa comunidad es lo que provocó que haya sido la región en la que antes han anunciado los candidatos a las alcaldías de las capitales. Una forma de detener cualquier tipo de maniobra interna, que ha habido, y para lanzar ya a la arena a esos candidatos y prepararlos así para una campaña electoral que se aventura muy dura.


NO SE ABRIRÁ EL MELÓN


Los participantes en la convención, sin embargo, aún sabiendo que es importante lanzar mensajes desde el estrado a los votantes andaluces, acuden a Sevilla deseosos de participar en las reuniones pero sobre todo de escuchar a quienes mandan en el PP para ver si puede conseguir algún dato sobre los planes futuros de Rajoy. Se puede apostar que volverán a casa igual que como salieron camino de Sevilla, porque el presidente del partido y presidente de gobierno no tiene la menor intención de desvelar sus planes. Si los tiene, que de la misma manera que algún colaborador muy cercano que cree que Rajoy ya ha tomado una decisión pero no la va a hacer pública hasta que considere que es el momento oportuno, otros piensan que la decisión sobre ser o no candidato a la presidencia en las próximas elecciones generales todavía no la ha tomado. 

 Sin embargo, si parece que en su discurso de clausura de la reunión, el que pronunciará el domingo al mediodía, anunciará alguna medida de impacto desde el punto de vista económico-social, que supondría un balón de oxígeno a un PP al que toda la oposición acusa de falta de sensibilidad social y que no ha valorado como gustaría al gobierno el esfuerzo presupuestario que se ha hecho para mejorar las pensiones más precarias. Pero abrir "el melón de la sucesión" no va a suceder y además Rajoy tendrá cuidado en que ninguna de sus palabras puedan ser interpretadas en clave de futuro, asegura un miembro de su círculo más cercano. Que añade que todo lo relacionado con la continuidad o la sucesión en ningún caso se desvelará hasta después de las elecciones autonómicas y municipales, una vez se conozca el pulso del partido y la respuesta del electorado a las iniciativas que tome el gobierno desde ahora hasta la fecha de las elecciones, así como a sus propuestas de programa.


RAJOY, PREOCUPADO


A la convención asisten los responsables nacionales y territoriales del partido y se ha planteado como un encuentro de trabajo del que además de cambiar impresiones y aportar propuestas para el "relanzamiento" –palabra que se pronuncia estos días con frecuencia y que indica que reconocen su caída de posibles votantes-  se abordarán en profundidad dos de las cuestiones que más preocupan al gobierno y, concretamente, a Mariano Rajoy: la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado y la situación de Cataluña. Por este orden. 

La aprobación de los PGE significa que podrá cumplir los objetivos que se había marcado el gobierno así como las promesas electorales, aparte de llegar sin sobresaltos al final de legislatura, mientras que para la cuestión catalana cuenta con dos apoyos importantes, los de Sánchez y Rivera; además ,está convencido de que  antes de que se cumpla la fecha límite habrá un presidente independentista pero que no se ha situado al margen de la ley y además "aparcará" la lucha por la independencia hasta encontrar el momento y la fórmula más adecuada. 

Rajoy, al menos hasta el jueves, creía que Puigdemont estaba neutralizado porque la información que llegaba a Moncloa era que tanto ERC como el PDeCAT y parte de Junts estaban hartos de Puigdemont y sus exigencias. La decisión del juez alemán de ponerle en libertad cambia el escenario,  y sin duda será motivo de análisis y especulaciones de las charlas de pasillo, que suelen ser lo más importante de las convenciones y congresos de los partidos. Como ocurrirá con el llamado caso Cifuentes. 

En cuanto a los PGE, la confianza de Rajoy en la palabra del PNV es total, y no duda que tendrá el apoyo cuando se levante el 155. Pero si no se produce lo que espera, un presidente en junio limpio de polvo y paja judicial, no se desactiva el 155. Y habrá que encontrar entonces algún tipo de medida para intentar que los presupuestos salgan adelante. Pero hoy por hoy Rajoy prefiere no estudiar nada que no sea que habrá gobierno en Cataluña y desactivación del 155.

La convención debatirá sobre  Empleo y Pensiones, Constitución, Políticas Sociales, y Seguridad y Libertad. Cuatro grandes temas que marcan la actualidad española y que merecen ser analizados y convertidos en propuestas que se trasladarán al programa electoral. Pero pocos se engañan:  quienes participan en el encuentro sevillano intentarán en la medida de sus posibilidades, averiguar qué planes de futuro tiene Rajoy. No es cuestionado en el partido, se le considera el líder y será aclamado como candidato si quiere seguir siéndolo. 

Pero, preocupa, y mucho, el nivel de rechazo y, si decide apartarse, con seguridad se escuchará, en su momento, un suspiro de alivio. Aunque se le despedirá a lo grande y con lágrimas en los ojos.

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