Opinión

Todos pendientes de Galicia y País Vasco

Habrá sorpasso en Galicia, logrará En Marea-Podemos más escaños que el PSOE? Es la pregunta del millón y la que se hacen en los despachos de poder.

Nunca en los 40 años de democracia se había vivido una situación de bloqueo institucional como el que hoy se vive, que pasará factura a los españoles… y a algunos dirigentes políticos. Fundamentalmente al principal protagonista de ese bloqueo, Pedro Sánchez, que se niega a permitir que gobierne el candidato que le ha ganado dos veces las elecciones. Argumenta que su responsabilidad es la misma que la de Rajoy o Iglesias cuando se negaron a respaldar su investidura cuando lo intentó en marzo, pero la situación no era ni parecida: ni había ganado las elecciones, ni había conseguido reunir 170 votos como Rajoy. Era un perdedor que se presentaba con solo 131 votos para la investidura.

Este bloqueo podría finalizar, o podría iniciar su fase final, tras las elecciones que se celebran este domingo en el País Vasco y Cataluña. Tanto el PP de Núñez Feijóo como el PNV de Íñigo Urkullu se juegan su continuidad como presidentes regionales, pero si todos los ojos están puestos en estas dos comunidades autonómicas es porque del resultado dependerá, en buena parte, que pueda formarse un nuevo gobierno una vez que el Congreso de los Diputados apruebe la investidura de un presidente.

En esa contienda por el poder Urkullu es el más tranquilo. Tiene prácticamente garantizado que ganará las elecciones y la duda es si para mantenerse en Ajuria Enea tendrá que contar con los escaños que hayan conseguido el PSE, el PP, o los dos. Situación distinta es la de Núñez Feijóo, a quien todos los sondeos garantizan que alcanzará la mayoría absoluta, pero corre el riesgo de perderla si Ciudadanos acumula un número destacado de votantes que quizá no le den escaño pero quitaría uno o dos al PP, partido del que principalmente se nutre la formación de Albert Rivera.

Para Rajoy, que Feijóo perdiera el gobierno gallego influiría negativamente en su afán de ser investido presidente, pues Pedro Sánchez encontraría argumentos ante el comité federal para mantener su “no es no” a Rajoy por ser el candidato de un partido infestado de corrupción que además se encuentra en declive en su propia tierra. Pero más difícil lo tiene Sánchez si no logra un buen resultado en Galicia. Y lo sabe. Es en esta comunidad donde verdaderamente se juega su futuro, más que en el País Vasco.

En Galicia nunca ha ganado el PSOE las elecciones, siempre fue segunda fuerza, aunque ha gobernado cuando el PP no alcanzó mayorías absolutas. En esta ocasión sin embargo los socialistas se encuentran en una situación de precariedad máxima por la aparición de Podemos y En Marea, pero sobre todo porque el propio Sánchez ha cometido errores garrafales que pueden pasarle factura.

El primero, apoyar durante meses a un secretario general con cinco imputaciones encima, Gómez Besteiro, que además pretendió Sánchez que fuera designado senador autonómico por los parlamentarios socialistas, que se resistieron y finalmente provocaron su caída y que se nombrara una comisión gestora a la espera de celebrar un congreso. Segundo error de Sánchez, inclinarse por un candidato, Xoaquín Leiceaga, que se ha enfrentado al dirigente socialista con más predicamento ahora mismo en Galicia, el alcalde de Vigo Abel Caballero, al que además ha provocado incomprensiblemente al incluir en las listas al principal adversario de Caballero, su sobrino Gonzalo Caballero.

Si los socialistas gallegos tradicionalmente han estado muy divididos, hoy la fractura es absoluta y letal. Tan es así que el propio Sánchez ha advertido la gravedad de la situación y ha bajado el listón de sus expectativas gallegas: su objetivo es mantenerse en la segunda posición, que en ningún caso se produzca el temido sorpasso de En Marea y Podemos … lo que le colocaría, de producirse, en una situación imposible ante el Comité Federal de su partido. Que En Marea no logre más escaños al PSdG sería el clavo ardiendo al que se agarraría Sánchez, como hizo el pasado 26 de junio, cuando le pésimo resultado del PSOE en las elecciones generales Sánchez lo convirtió en triunfo porque no se produjo el sorpasso que predecían los sondeos.

RAJOY Y EL PNV

Respecto al País Vasco se hacen cábalas sobre cómo podría afectar el resultado a la posible investidura de Rajoy.

Si el PNV pudiera gobernar con la ayuda del PSE para elegir lehendakari a Urkullu, se cree que de ninguna manera los nacionalistas vascos apoyarían entonces la investidura de Rajoy, que sólo aceptarían si necesitaran al PP para que Urkullu se mantuviera como presidente del gobierno vasco. Sin embargo, desde el PNV insinúan que ese escenario es “centralista” y no se corresponde con el que baraja su candidato y lehendakari.

El PNV se ha caracterizado siempre por intentar mantener unas relaciones no conflictivas con los gobiernos centrales, aunque siempre han aparecido tensiones en algún momento cuando aparecían tintes excesivamente independentistas. Estos días Urkullu ha reiterado que no se marcan la independencia como objetivo, pero sí quieren tener más competencias transferidas, algunas de ellas de imposible aceptación por parte de Rajoy y también por quien hoy es el principal apoyo de Rajoy para una nueva investidura s tuviera lugar, el Ciudadanos de Albert Rivera. Dicen por tanto en el entorno de Urkullu que el apoyo a Rajoy en una investidura, que hoy descartan, no estaría vinculado en ningún caso a que necesitaran sus votos para que Urkullu se mantuviera como lehendakari pues siempre podrían encontrar otra fórmula si el resultado no es catastrófico para el PNV, que no lo va a ser.

Urkullu por otra parte, a pesar de sus diferencias con Rajoy, e incluso de sus diatribas contra él, mantiene una buena relación personal con el presidente en funciones, con el que habla con más frecuencia de la que se cree. La dureza del lenguaje público no siempre coincide con el que utilizan en sus conversaciones privadas.

En la contienda, Ciudadanos ha hecho una jugada inteligente. Rivera sabe que su presencia en esas dos comunidades es irrelevante, con el ingrediente añadido de que en las elecciones generales actuó con total torpeza en Galicia al no respetar el resultado de las primarias y perder así el único diputado que había alcanzado el 20 de diciembre, y ahora ha hecho en esa región una campaña mínima… pero ha anunciado que apoyaría a Feijóo si el actual presidente necesitaría su apoyo. El problema es que los sondeos no le dan representación parlamentaria, como tampoco en el País Vasco. Ciudadanos parte de cero y por tanto el mal resultado en las dos comunidades no afectaría excesivamente la trayectoria de Albert Rivera.

Caso distinto es el de Podemos. Ya nadie niega su crisis interna, con el distanciamiento ideológico y de estrategia entre Iglesias y Errejón. Podemos se encuentra en precario en Galicia, donde no han podido imponer su marca a En Marea, como pretendían, y ceder ha provocado reproches entre los distintos sectores por no haber llevado a buen puerto la negociación. Si no ganan al PSOE, se profundizará la crisis actual, y Pablo Iglesias estará en el punto de mira de quienes llevan tiempo cuestionando qué pretende hacer con el partido.

La noche del domingo es crucial para Galicia y Euskadi. Pero no solo se Urkullu y Feijóo tendrán el alma en vilo.

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