Opinión

IMPENSABLE PARA EL RELATIVISMO

En el mundo actual, posmoderno y en gran parte relativista, es difícil hacer entender conceptos como gratuidad (algo que se recibe sin pagar), generosidad (dar con creces, usar medidas remecidas), expiación (cumplir la pena de otro por amor), sacrificio (aceptar morir en algo por otro e incluso morir para salvar su vida). Hoy se mira a lo útil, lo placentero, la paga, la 'pela', los votos, el producto final de la acción que se realiza. ¿Quién trabaja gratis? ¿Quién se sacrifica por otros gratis? ¿Quién se preocupa por otro gratis? ¿Quién estaría dispuesto a morir por otro gratis? En la cultura del 'carpe diem' (aprovéchate del día), goza hoy, disfruta del presente, no te compliques la vida, no pienses en el mañana y pásalo hoy bien, ¿quién asume ideales altruistas, generosos y marcados por el amor a fondo perdido?


El papa Benedicto XVI llega a decir que el hombre de hoy no entiende el concepto de 'expiación'. No entiende que una persona pueda llevar a cabo el gesto del P. Kolvez en un campo de concentración nazi, quien se ofreció a morir en lugar de un padre de familia, que necesitaba vivir para ayudar a sus hijos. Y lo hizo por amor y sólo por amor cristiano.


En este domingo, Corpus Cristi, celebramos uno de aquellos tres jueves que se decía que 'relucen más que el sol', 'Jueves Santo, Corpus Cristi y la Ascensión'. Las exigencias del mundo moderno ha traslado estos dos últimos al domingo siguiente. Cambian de día aunque no la solemnidad con la que la Iglesia católica celebra estas jornadas. También hoy tenemos los católicos la oportunidad de cumplir el deber de la caridad ayudando a Cáritas sobre todo en este tiempo de crisis.


Hoy es un día propicio para pensar un poco en Aquel que, siendo inocente, se entregó a una muerte ignominiosa en lugar nuestro. El Hijo de Dios hecho Hombre, se abrazó a la cruz y murió con dolores horribles pero con voluntad firme de redimir a la humanidad. 'Sus heridas nos han curado'. Ésta es la gran expiación, éste es el gesto impensable de un Dios, que ama tanto a los hombres que es capaz de entregar a su Hijo al escarnio de la cruz.


Pero su 'locura' continúa. Ha inventado un modo de hacerse comida y bebida del hombre. La expiación se ha hecho Comunión con su Cuerpo y Sangre. La Comunión supone una presencia personal que reclama reciprocidad. En el sagrario y por las calles (hoy) Jesucristo vive, camina, ama, se entrega y se abre a todos. La Iglesia invita a acoger a Cristo, en la Eucaristía, es el Dios y hombre resucitado, vivo y Vida para no morir jamás. Y está con los la humanidad para darse hasta el fin. Lo recuerda Pablo de Tarso cuando afirma contundente: 'Me amó y se entregó a la muerte por mí'. Los santos vivieron de Él y han sido y son felices.

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