Opinión

Las máquinas al poder 
cuanto antes, ¡por favor!

Estamos comprobando lo difícil que lo tienen los políticos para llegar a un acuerdo que ponga fin a esta incertidumbre que nos lleva a un sin gobierno continuo. Habida cuenta que ya no contamos con las referencias sobrenaturales a las que tradicionalmente nuestros antiguos líderes solían recurrir para solucionar los grandes problemas; desde el Santiago y cierra España de Covadonga, La Santa Fe de los Reyes Católicos en Granada , los elementos y pecados de Felipe II y su armada invencible, o la inspiración divina en el glorioso alzamiento redentor del general-ísimo Franco, creo que ha llegado la hora de pensar que la solución pueda llegarnos de las sofisticadas máquinas que día a día van realizando labores que antes hacían exclusivamente las personas.

Podemos ver fácilmente como ordenadores y robots sustituyen con probada eficacia las labores que tradicionalmente venían prestando las personas de ambos sexos desde tiempos remotos, hasta el punto que ya confiamos más en las soluciones que vienen autentificadas por un ordenador que las que nos pueda poner de su puño y letra cualquier responsable humano. De esta forma, cuando hacemos un pago o un ingreso quedamos más tranquilos cuando la impresora de la máquina de turno nos lo confirma que cuando lo hace directamente un responsable de la entidad porque no funcionaba la máquina aquel día.

Reconozco que resultaría prematuro que el Rey pudiera designar a un robot de esos tan sofisticados que hacen los japoneses para que intentara la investidura tan difícil que se espera en nuestro Parlamento, aunque viendo los personajes que ahora se presentan a las tareas políticas, tipo Donald Trump y vecinos, estoy seguro que la gran mayoría preferiría al robot, por muchos problemas que se pudiera encontrar esa máquina en su labor presidencial.

Pero tengo que admitir, sin objeción alguna, que eso de soñar con tener un presi-robot, hoy por hoy, es una utopía, por no decir una bobada. Lo que si creo que sería oportuno, deseable, e incluso obligatorio, es que las personas que tienen que tomar decisiones que nos afectan a todos, sus actos estuvieran sometidos a un programa informático, a un robot, a una aplicación, a una máquina al fin que, aportándole todos los datos y previsiones disponibles, respaldara la decisión tomada y pudiera contestar en caso de discrepancia: el ordenador no me lo permite, estaría bien, lo admitiríamos todos porque sabemos que las máquinas no mienten.

¿Cómo podemos estar pendientes millones de ciudadanos de que una sola persona pueda decir tranquilamente, no es no, y punto? ¿Cómo unos padres pueden estar completamente seguros de que ponerle a su hijo el nombre de Lobo va a ser bueno para el niño? ¿Cómo la sra. alcaldesa de Madrid, puede estar convencida de que cargarse la operación Chamartín es bueno para la ciudad? ¿Cómo una sola persona puede decidir quien es el mejor entrenador para nuestra selección de fútbol? Pobres, qué sabrán ellos lo que va a será mejor o peor. Las decisiones personales debieran reservarse únicamente para cuando no afecten a terceros, las demás, debieran estar sometidas a la lógica de las máquinas. En último caso, si sale mal, siempre le podríamos echar la culpa, como en los accidentes de tráfico. Se me fue la dirección.

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