Opinión

Nostalgia del papel, La Región en Madrid

Por esas cosas de la vida, y debido a que me pasé unos días “empantanado”, no sé si es la palabra adecuada, tal vez no, podría ser otra cualquiera, jodido, “escarallado” o algo así, para expresar ese estado en el que no pintas nada, cuando ya no tienes los mandos ni tiene sentido la tan ansiada independencia, al contrario, entras de lleno en el campo de la dependencia , es decir que dependes de todo, de todos y en todos los sentidos y te das cuenta lo sencillo que es morirse, no hay que ir a doscientos, ni ser torero, legionario ni practicar actividades de riesgo , nada, nada, en la tranquilidad del hogar. En esos momentos, el derecho a decidir sobre tu existencia en esta vida, incluso de las cosas más íntimas, lo tienen otros, es algo parecido a cuando vas de copiloto, si eres creyente, rezas, y si no, cierras todas las pestañas, persianas y demás sistemas de ocultación, si puedes te relajas, y si te dejan, te echas a dormir sin saber cuándo ni donde te vas a despertar.

Y entonces piensas, piensas, piensas y sobre todo, recuerdas, recuerdas, recuerdas. Cuando pierdes la memoria, es una pena, tal vez no sufras pero es una pena, esa enfermedad que tanto afecta a muchos mayores en estos tiempos, pero cuando recuerdas, también tiene el punto de que en un pispas repasas la película de tu vida y vas de la niñez a la “abuelez” a la velocidad de la luz y lo ves todo nítido como si fuera ayer. Ayer, volver al ayer, volver a soñar y los sueños, sueños son, y cuando por fin despiertas, empiezas a hacer cosas distintas a las que hacías habitualmente, como por ejemplo; volver a leer los periódicos que te llevan las visitas dejando a un lado las pantallas a las que ya te habías acostumbrado. 

Y leer un periódico impreso en papel es otra cosa, es para gente tranquila que no está cambiando constantemente de un tema para otro con las infinitas posibilidades que dan las nuevas tecnologías a través de la pantalla, pero tendremos que reconocer que es lo que se impone porque, entre otras cosas, ya no queda otra alternativa.

Desde hace ya algunos años, La Región, ese periódico centenario de Ourense con el que tantos orensanos aprendimos a leer, ya no se vende en kioscos de Madrid como se hacía desde años, porque internet ha abierto muchas oportunidades pero ha terminado con otras tantas. Por cortesía de La Región, me la envían en su edición impresa y yo la domicilié en un sitio público para que los nostálgicos que queden la puedan leer en el restaurante gallego “Casa Domínguez” en el Paseo de las Delicias 108 de Madrid, donde Evaristo y su mujer, Inma, llevan años prestando un esmerado servicio, donde te puedes tomar un Ribeiro o un Albariño con una suculenta tapa por 1,80 euros y un buen menú muy económico.

Estos autónomos como Evaristo y otros miles, tal vez millones, a lo largo de nuestra geografía y en todos los sectores y servicios, no están pendientes de quién han ganado las elecciones, con cualquier gobierno saben que lo único que les va a tocar es seguir pagando, son los que verdaderamente sostienen la economía de nuestro país y consiguen que las cosas sigan funcionando, porque las grandes empresas, salvo contadas excepciones, están demasiado pendientes de las puertas giratorias, ayudas, subvenciones y adjudicaciones que puedan depender del nuevo gobierno, estatal o municipal. En cuanto no haya un control exhaustivo del dinero público y siga dependiendo de que salgan unos u otros y se pueda adjudicar esta obra o servicio, este evento o campaña publicitaria, a éste o aquél , o que un alcalde pueda cobrar más que un presidente de Gobierno, o que el sueldo de un policía dependa del lugar en el que preste su servicio, no tendrá solución.

Habrá que poner orden en todo esto, el control del dinero público no debiera depender de que haya un gobierno u otro. Me estoy imaginando la operación de venta de Alcoa a un fondo internacional, al final, entre exenciones, ayudas y subvenciones, la compraremos todos.

Te puede interesar