Opinión

Los penúltimos días de Escohotado

Este es el título de un libro del periodista y escritor orensano Ricardo F. Colmenero que, por lo que se deduce de su lectura, vive ahora en Ibiza, y acaba de publicar sobre mi admirado Antonio Escohotado Espinosa, recogiendo una serie de entrevistas que nuestro paisano periodista hace a este científico, filósofo, sabio y polifacético personaje que es “Escota”, como le llaman sus amigos, en su retiro póstumo, según él mismo declara, en un paraje de la isla de Ibiza, en Pou des Lleó, esperando la muerte en soledad, eso al menos pensaba él, alejándose de su familia en su residencia habitual de los últimos años en la sierra de Madrid.

Pero, por lo que se ve, respecto a la muerte tal vez lo consiga (tarde más o menos, seguro) a la que, según dice, espera con ansiedad, no dudando en adelantarla por medios químicos o mecánicos si las circunstancias se presentaran (pasa de leyes de eutanasia, entre otras leyes), pero en cuanto a la soledad, lo va a tener complicado, porque su retiro en un escondido refugio de esa isla paradisíaca en la que vivió en sus años mozos en los setenta, se ha convertido en un lugar de peregrinaje de admiradores, periodistas y curiosos que desean ver y escuchar a este irrepetible maestro porque, a pesar de que próximamente, el 5 de julio, cumplirá los ochenta años, o quizás por ello, sigue teniendo esa claridad de ideas, esa mente privilegiada y esa increíble memoria y sabiduría conseguida a base de horas y horas de estudio ininterrumpido, sin festivos ni vacaciones durante años y años que ha conseguido que esté considerado como uno de los intelectuales más importantes del planeta.

Pero hay que ver el tinglado en que vivimos, a este hombre que se ha pasado la vida estudiando e investigando sobre los más diversos temas, que igual te da una conferencia sobre Hegel, como de física cuántica, le puede contestar perfectamente un paisano de Bentraces de edad parecida y también sabio a su manera. E, para qué?

Porque este es el misterio de la vida, lo de llegar a los 80 años tiene su cosa, y viviendo cómo lo ha hecho Antonio Escohotado, sobre todo en su relación con el mundo de las drogas, tiene más cosa todavía, cuando vemos que tanta gente se ha despedido de este mundo por haber entrado en ese coto, pero este hombre sabe tanto sobre el tema (una eminencia a nivel mundial), te lo explica tan bien y es tan ameno y convincente, que da la sensación de que los que no han conocido otras drogas que no sean el vino tinto, blanco o el clarete y el chupito de licor café o el carajillo, es que son (somos) gilipollas.

Pero de lo que no nos hablan demasiado los autores “a pachas” de este libro sobre el pensamiento de Antonio Escohotado es el factor suerte, que es evidente que lo ha tenido para haber llegado a los ochenta con sus peligrosas aficiones, por mucho que sepa de drogas, cómo seleccionarlas y cómo dosificarlas. Porque eso es como si Fernando Alonso te explica que se puede derrapar en una curva a 200 por hora, sí, de acuerdo, pero la mayoría se saldría y si no tiene la suerte de caer en un prado, se mataría.

También en este caso el factor suerte es decisivo. Cuando Fernando comete el error al atacar una duna en el rally Dakar en el desierto de Arabia, que le lleva a dar cuatro o cinco vueltas de campana, está claro que el accidente no ha sido por haber tenido mala suerte, ha sido por un error de conducción, está claro, lo que sí ha sido cuestión de suerte, de buena suerte en este caso, es cuando ya no tienes control de los mandos, cuando ya no puedes hacer otra cosa que esperar a que pare de dar vueltas, es que en la última te quedes de pie, sobre las cuatro ruedas, y puedas continuar. Eso sí que es cuestión de suerte, solo suerte.

La misma suerte que le deseo al profesor Antonio Escohotado en su postrer retiro ibicenco, y a todos, tengamos planificada o no, la última etapa de nuestra carrera por la vida.

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