Opinión

Accidentes aéreos

El argumento fue contundente, de esos que no dejan lugar a réplica, aunque los efectos que provocó fueran contraproducentes. Efectivamente, no fue nada sutil porque fue como nombrar la soga en casa del ahorcado. Y aunque el miedo es libre y cada uno coge lo que quiere, fue una reacción desmesurada. Un tripulante de cabina de un avión de Ryanair justificó un retraso de ocho horas en que no se podía despegar porque el avión tenía hielo en las alas. “No queremos morir”, dijo. La explicación generó una reacción a medio camino entre la indignación y las sonrisas. Pero es que una de las condiciones que hace del avión uno de los medios de transporte más seguros es que los primeros que no quieren morir en un accidente aéreo son los propios tripulantes.

Te puede interesar