Opinión

Agravio

Si quienes profesan la religión evangélica son un millón y medio de fieles en nuestro país y el Partido Popular recurre a una de sus pastoras para pedir el voto, aleluya, a los hispanoamericanos que profesan esa fe, el partido de Feijóo debiera organizar otro acto con un sacerdote católico como telonero de las intervenciones de los políticos para animar a su grey a votar al partido conservador, que para eso son más. Aunque implícitamente sean partidarios, los obispos españoles no piden el voto directamente para el PP y guardan las formas. Como los evangelistas llevan un tiempo en que le están comiendo el terreno a los católicos en los países hispanoamericanos, la jerarquía católica debe pedir que el PP les conceda el mismo trato que a sus cristianos competidores. La operación del PP, aleluya, tiene mucho de trumpismo y bolsonarismo, porque los evangélicos tuvieron una actuación determinante en sus victorias. Mezclar religión y política no ha sido nunca buena idea. Aunque en este caso ha sido divertido. 

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