Opinión

Natalidad

La primera parte de la noticia es estrambótica, surrealista, propia de un mundo descerebrado y con el estómago lleno, cuando ya no tiene sentido eso del primum vivere deinde philosophari. Un joven indio, miembro de un movimiento denominado antinatalista, ha demandado a sus padres por haberlo concebido sin su permiso.

Hasta aquí todo normal: “hay gente pa tó”, que decía el torero, porque cada uno puede pensar como le plazca. Lo que no dicen los medios es qué ha pasado a continuación, si el juzgado de Mumbay (antes Bombay) en el que haya recaído la demanda la ha admitido a trámite, si está dispuesto a realizar una vista oral y a preguntar a los padres, si, en efecto, como afirma el denunciante, fue una víctima “de su alegría y placer” para después someterlo a ir a la escuela y a encontrar un trabajo. ¡Uf! Si los jueces no han perdido el juicio lo esperable es que las carcajadas se escuchen en toda la ciudad. Pero quizá debieran dictar una providencia en virtud de la cual se le intervengan todos los fondos que pueda recaudar por hacerse el tonto. Porque es carne de televisión.

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