Opinión

Si se quiere, se puede

Una empresa cofundada por un ingeniero español fabrica un teléfono móvil en el que no se utilizan “metales de sangre”, los que se extraen en lugares, fundamentalmente la República Democrática del Congo y países adyacentes en los que las guerrillas hacen de su comercio la principal fuente de financiación. Como se trata de materiales imprescindibles para la fabricación de aparatos electrónicos, los grandes consorcios hacen como si no se enteraran de dónde proceden. Pero la iniciativa de Fairphone demuestra lo contrario. Claro que su actitud no resuelve el problema en su totalidad, que el teléfono no tiene las prestaciones de otros similares, pero muestra el camino a las grandes empresas: si se quiere, se puede.

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