Opinión

Silencio

Entre la algarabía, el jiji jaja, el desafío, la predisposición a ser jaleado y el silencio hay una diferencia abismal. La que va de ser un problema a dar los primeros pasos para conseguir normalizar una situación anómala, en la que el afectado tiene que poner algo de su parte. El rey emérito Juan Carlos I ha pasado por Sanxenxo como un regatista que no se ha podido hacer a la mar pero que no ha abierto la boca. Su visita era vista con reticencias por la Casa del Rey y el Gobierno, que como vulgarmente se dice, se enteraron por la prensa de la nueva visita a su país. Tras las regatas frustradas, se ha dirigido a Vitoria por cuestiones médicas. Su segunda visita a España desde que está en Abu Dabi ha sido una prueba que ha superado con éxito. Sin soberbia y con prudencia el rey emérito gana más que con desprecios, aunque debe saber que tiene explicaciones pendientes que sería bueno que diera. Pero si no las da, al menos que sepa que es mejor estar callado que abrir la boca y dar una imagen manifiestamente mejorable. 

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