Opinión

Sin tregua

La Navidad, como en otro tiempo los Juegos Olímpicos, solía ser un periodo de tregua en el que los contendientes de un conflicto paraban las hostilidades, celebraban con los suyos las fiestas y sabían que no habría ataques por sorpresa. Pero esos tiempos pasaron a la historia y ya no hay tregua navideña, ni nada que se le parezca. Si la política es la continuación de la guerra por otros medios, podría aplicarse la tregua navideña también a los enfrentamientos políticos. Ya no hay esa posibilidad y menos cuando la formación del Gobierno depende del informe de la Abogacía del Estado sobre la inmunidad de Oriol Junqueras, los independentistas están en pie de guerra contra el rey Felipe VI y utilizan el día de Navidad para peregrinar a Lledoners y el resto de los partidos se ven obligados a reaccionar al discurso navideño del monarca, cada vez más preocupados por las consecuencias de la crisis y su secuela de desigualdad. Los políticos tendrían que aprender de lo que ha ocurrido en muchas familias durante la cena de Nochebuena hasta donde se firmaron armisticios entre cuñados.

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