Opinión

Tupper

Que no cunda el pánico, sobre todo entre los jóvenes emancipados o casados que vuelven a casa con frecuencia por amor filial a la familia y de paso para llenar la nevera de comida para toda la semana en los envases tupperware de ida y vuelta, en un claro ejemplo de economía circular y de reciclaje hasta que las tapas dejan de encajar. Que no cunda el pánico: aunque la empresa estadounidense que ha dado el nombre a una forma de transportar y guardar los alimentos se encuentre en una situación económica delicada, al borde de la quiebra, el tupper ha trascendido a su origen. El negocio no remonta, porque la venta directa y las reuniones de grupos para convencer a los asistentes de las virtudes del producto no ha resistido la potencia de las ventas por internet. El tupper, que mató a la tartera de aluminio, es inmortal. Al menos mientras los jóvenes emancipados sigan dependiendo de la manduca familiar. 

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