Opinión

Referentes con nostalgia

Hace poco publicábamos en estas páginas una serie de referentes y personajes de la ciudad, de allá por los años 50-60-70. Vayan estos nuevos recuerdos, con objeto de hacer sonreír a quienes al leerlos le afloren a la memoria vivencias del ayer.


Los fotógrafos del Padre Feijóo. ¿Quién no tiene en su álbum en casa fotos en blanco y negro, hechas por Villar, Gómez, Gallego, Rizo, Fernández, Bouzo etc. en los jardinillos de Padre Feijoo? Aquellos retratistas de calle marcaron seguramente la época más romántica de la ciudad.

Las regateiras. De regreso de vender “Rianxo” en la plaza de abastos, se subían al carrito (autobús) a las dos del mediodía con sus cestas vacías, en la Alameda. El cobrador desde dentro les voceaba “as de Cudeiro que suban coa peseta na man”. La frase fue celebre muchos años.

El Capitán Bombilla. Mendigo (disminuido mental) vestido siempre de militar y con paso marcial, llevaba una bombilla en la viserilla de charol negro de la gorra de plato. Iba echando broncas y poniendo firme a quien con él se cruzaba, lo conocía toda la ciudad; tenía muy mal genio pero no hacia daño a nadie a pesar de su ímpetu militar.

Los chistes de La Viuda. Era un ritual intercambiar, comprar y vender comics, novelas y cromos, en la matinal de los domingos. Toda la chavalada acudía a Padre Feijóo frente a La Viuda.

La llegada de los “carritos”. Se celebró en la plaza Mayor; vinieron cinco unidades marca UNIC. El alcalde “les dio la bienvenida” con un discurso desde los balcones del Concello. El obispo, monseñor Temiño, los bendijo. Hubo mucha gente, música y bombas de palenque. Era algo insólito, ¡autobuses en Ourense!

La sirena de Malingre. Sonaba cuatro veces al día para anunciar las horas laborables, se oía en toda la urbe. Zumbaba también de modo continuo cuando había algún incendio. Era la referencia de las horas diarias.

Manaicas. Deportista nadador que se lanzaba al Miño desde la berma del tajamar izquierdo del arco central del Puente Viejo. Se juntaba mucha gente para animarle desde los balconcillos miradores del puente, a tirarse y aplaudirle luego.

Las cencerradas. Se les daban a los viudos que se volvían a casar y se negaban al pago de una fiesta en el barrio. Era como un “castigo” a los contrayentes, con coplas satíricas, y sonido de cuernos a modo de vuvuzela, durante 15 noches. Estaban prohibidas por la Guardia Civil, que castigaba severamente a los cencerrearos, si los pillaban.

Faílde. El vagabundo mendigo más celebre de aquellos tiempos. Muy menudito, hablaba entrecortado un castellano-gallego peculiar en su mendicidad. Solicitaba ayuda por las puertas pidiendo “una taciña de caldo muerno”. Decía que era de “Macieda” y que tenía muchos “riales”.

El Patata. Entrañable personaje que deambulaba generalmente por la calle del Paseo, con peculiares andares y ademanes amanerados. La gente se metía con él, pero todos le querían bien; conocía todas las pandillas de la ciudad y daba razón a las mismas de cualquier amigo que se anduviese buscando.


Igual que en la publicación anterior, acabamos preguntándonos ¿cuáles serán los personajes celebres de hoy, dentro de 50 años?

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