Opinión

Relatos para la historia

Continuando el interés por recordar, en la medida que la memoria me lo permite, algunos cortos relatos de cosas que por aquellos años ocurrían en Orense, os dejo estos nuevos flashes. Quiero decir previamente que siempre que hago referencia nominativa de la ciudad, lo hago escribiendo como se llamaba. La etimología aún no le había cambiado el nombre.

El estadio del Couto y la Vuelta a España. Era el año 1960. Aquella vuelta ciclista tuvo una etapa entre Vigo y Orense, la cuarta, que ganó Franz de Mulder, de Bélgica. La meta estaba en el Estadio del Couto, que por aquellos años disponía de una pista perimetral de ceniza (de ahí le venía la categoría de “estadio”). Fue una tarde que llovía más que cuando enterraron a Zafra, y la pista era un auténtico barrizal de color negro. Por cierto que el tal De Mulder acabaría ganando la Vuelta. Además, durante la carrera de aquel año ocurrió una anécdota curiosa, protagonizada por Bahamontes, que cogió un monumental berrinche por que quería que San Emeterio continuase en competición, a pesar de haber llegado en una etapa fuera de control, y amenazó con retirarse aunque no lo hizo. Y al día siguiente Federico se escapó del pelotón y, tras gran ventaja, se paró para dejar pasar a todos y luego llegar él a la meta una hora después.

Pero volviendo al estadio del Couto, hay que decir que era un clamor. El propio terreno de juego estaba totalmente ocupado por los coches de la caravana. En aquel graderío de madera no cabía un alfiler. Acostumbrados a ver una modesta carrera ciclista solo en las fiestas de Corpus, aquello fue impactante.

La banda de cornetas y tambores. De la Cruz Roja de Orense. Existió muchos años, cuando la institución benéfica se surtía de personal militar. Era siempre una atracción ver y escuchar sus actuaciones en cuantas oportunidades había. Se hacia notar en las fiestas, la cabalgata de Reyes, la procesión de Semana Santa, los desfiles militares y en otros acontecimientos. Puede decirse que gustaba a mayores y pequeños, y cuando ensayaban en la calle Fonte do Rei o en los jardines de Padre Feijoo, atraían a numerosos escuchantes a pesar de ser solo eso, música de percusión y cornetas.

La plaza de toros. Cualquiera persona de estas últimas generaciones diría que Orense también tuvo plaza de toros. Y no una sino dos, aunque en distinto momento de su historia. Después de una de allá por los años 30 (en la que habían lidiado un tal Joselito Sánchez Mejías y otro llamado Juanito Belmonte), y cuya plaza desapareció, se montó otra a la altura de 1959 más o menos, en el Campo de la Feria de los Remedios, donde ahora esta el Palacio Municipal de Deportes. Observar como la montaban ya fue en sí un espectáculo. Aquí no estábamos acostumbrados a esas dimensiones, aunque era toda de madera y venía premontada en camiones. Por aquel año se celebraron varias novilladas como numero especial en las Fiestas de Corpus y alguna otra, pero poco a poco se fue desinflando el ánimo taurino, o es que la economía aún no estaba para muchos toros, hasta el punto del casi abandono de la instalación, que acabó siendo durante varios meses y con las puertas semifranqueadas, el lugar preferido para todo tipo de juegos de los rapaces; hasta que por último la desmontaron y otra vez en camiones se la llevaron.

No han sido importantes referentes; no han marcado un hito en la ciudad; pero sí fueron situaciones merecedoras de ser traídas a la memoria como curiosas.

Te puede interesar