Opinión

La mujer del César no se llama... Negreira

Hasta ahora sabemos -y ¿quién no lo extrapoló alguna vez, según conveniencia?- el sentir de la paremia de que la mujer del César, además de ser honesta, debe parecerlo. Una manera de hacer apología al comportamiento en público y en privado, que debían tener las mujeres, según versión de historiadores del Imperio Romano. Al respecto, he leído y así lo escribo, que el buen profesional que ofrece sus servicios debe generar confianza extrema, y para lograrlo tiene en cuenta el refrán o esa paremia de “La mujer del César…” por lo que es fácil deducir que, en el quehacer del Barça y el entonces vicepresidente del Comité Técnico de árbitros (CTA) -Enríquez Negreira-, no hicieron honor y abandonaron toda referencia a la mujer del César.

El recién escandaloso estallido del caso “Barça-Negreira” va a ser, por méritos propios, de los que marcan época, cuando tratándose de un club como el Barça –“más que un club”, según versión propia-, de lo que tendríamos que estar hablando es de resultados deportivos… y favorables, en propia lid. ¡Pero no! Porque, que un club de fútbol pague millones por asesorías -¿verbales?- al vicepresidente de los árbitros tiene y debe explicarse por el bien del club, del deporte del fútbol y de la competición, para dejarlo en la categoría de anécdota, sin que salpique a la decencia y credibilidad deportiva. Y hasta ahora se me antoja harto complejo e increíble el argumento esgrimido de echar balones fuera. También digo que si todos los clubes de La Liga hacen dejadez, como hasta ahora el Real Madrid, todo se queda como agua de borrajas. Y no dejo de apelar a la presunción de inocencia.

Que, como en el ajedrez, la mejor defensa es un buen ataque, el presidente del Barça es a lo que se agarra y se la está jugando hasta ahora. En plena crisis, apelando al victimismo y por no asumir responsabilidades –no digo culpabilidad, que habrá que demostrarla- dispara a tirios y troyanos; levanta la voz contra el presidente de La Liga y quienes intenten “manchar la imagen e historia del Barça”. Y, eso sí, declara abierta por parte del club una investigación interna y, según trasciende, la Fiscalía tomó cartas en el asunto. Es deseable que el buen proceder y la transparencia imperen, como en el caso de la mujer del César. Una de las mejores competiciones, sino la mejor y de más prestigio, balompédicas del mundo no puede quedar empañada por presuntamente amañada. Es que no se puede ser juez y parte.

No quedaría en entredicho el pareado sin la necesaria cooperación de quien ejercía activamente de vicepresidente del CTA, que cobró del “más que un club” por asesorar. Asesorar siendo la autoridad y responsable en la materia. Y no cobró calderilla, precisamente. Y la agravante de posibles amenazas del ex del CTA si no continuaba engordando la nómina. Es un tema de la suficiente enjundia como para investigar sólo a través de una investigación interna de parte. Por muy profesional que pareciera Negreira y generara confianza.

Y para echarle más leña al fuego, resulta intolerable la posición del Madrid de inhibirse, mientras los demás clubes de La Liga, de una manera u otra, han aireado el escándalo y desean saber toda la verdad, que la verdad se corrompe con la mentira y el silencio. ¿El silencio de Florentino?: cuando alguien calla otorga. Este otorgar para tejer futuras alianzas es reprobable y va contra el esclarecimiento de algo que huele mal. Es verdad que el afán aun de las cosas más claras, debe ser pausado y reposado, pero tiene inicio. Pues como diría José Carlos Fernández Otero: “Contra facta non sunt argumenta”. 

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