Opinión

Prepotencia, arrogancia y desconsideración

Las tres palabras del titular ostentan el grado de des(calificaciones), ante las cuales cualquier servidor público, si es consciente de que con su manera de actuar las está poniendo en práctica, debiera rectificar y evitar. Y no existen excusas, a no ser que le importe un bledo, ya que por asesores que le rodean no debiera. Exhibir en público tales des(calificaciones) denota hasta qué punto ese servidor público demuestra, en el uso de la responsabilidad que ostenta, que el poder envenena y corrompe. ¡Es más!: El grado de narcisismo que atesore hace que se imagine que lo que hace y obra es lo correcto; y los que disientan son tachados de enemigos, que en los últimos tiempos son fachas. La concentración de perniciosos comportamientos, en el espacio de veinticuatro horas, por parte del primer político de la nación -el presidente del Gobierno, para dejarlo claro-, no tiene parangón. Cuando no se transmite comportamiento ejemplarizante y se es un narcisista de libro, salen a relucir prepotencia, arrogancia y desconsideración, y no sólo se llama la atención para mal, sino que se aborrece al personaje.

Después de seis meses de la aprobación de la Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual o Ley del “Sólo sí es sí”, Ley estrella aprobada a bombo y platillo, como progresista elevada a la enésima potencia, pero que resultó un fiasco monumental su aplicación, al rebajar condenas a depredadores sexuales y otros han quedado en libertad, viene nuestro presidente a demostrarnos que la mejor defensa es un buen ataque a su manera. Como si no hubiese sucedido nada y adelante…

Se ausenta de la votación de la reforma del “Solo sí es sí”, reforma pactada con el PP y en contra de la voluntad y querencia de su socio de gobierno, de Podemos. Su ausencia es una desconsideración a la multitud de víctimas que la Ley ha permitido rebajar las condenas a sus agresores. Se presenta a defender Doñana, en Falcon, que siempre impone más, ante los campesinos, que lo único que desean -para ellos significa mucho- es utilizar el regadío que existe fuera del parque y que en más de treinta años de gobierno socialista no resolvieron. Abandona a su suerte a lo que queda de Podemos, que quiera o no reconocerlo el ausente fue quien propició la moción de censura que a la postre le dio la presidencia del Gobierno.

Acostumbro a decir de funcionarios y políticos, servidores públicos ambos, que, cuando por las circunstancias que sean, algo de interés general no se puede llevar a cabo, es preciso buscar alternativas para la solución o al menos una explicación motivada. Lo fácil e indeseable es no complicarse la vida con un no se puede hacer o na dar la cara y “tomar las de Villadiego”, tal como aparece en la Celestina y que Cervantes la utiliza al describir el momento en el que el barbero fue derribado de su asno por Don Quijote: “Puso los pies en polvorosa y cogió las de Villadiego”.

Me pregunta Neme: ¿Quién es más prepotente, arrogante y desconsiderado, incluso el más sinvergüenza, si Yolanda Díaz que votó la Ley del “Solo sí es sí” igual que Montero pero se escondió, Sánchez que se largó en Falcon y ni votó, o Irene que dio la cara? Yo tengo clara la respuesta. Para grado de responsabilidad y autoridad más altos, que sean los descalificativos más intensos. Ejercicios de poder abusivos, posición de superioridad o privilegios frente a los demás, son formas de ejercer un cargo contrario a lo que tiene que transmitir un mandatario público. Contra los hechos, de nada valen los argumentos (Contra facta non sunt argumenta). Pues sí, abanderando la doctrina de Fidel Castro: Hay que rectificar los errores que cometemos en la rectificación de los errores, lo cual se darán cuenta ustedes que es definitivo. 

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