Opinión

Jarabes democráticos

Resulta paradójico que el prescriptor del “jarabe democrático”, el mismo que venía a regenerar la política, fue probar su propia medicina y ya aborreció la medicación. ¡Eso sí!, tras la probatura se quejó amargamente, cual niño mal consentido. Pero la cabra siempre tira al monte. El recuerdo, la actualización y efectos secundarios de este jarabe vienen a cuento al conocer informativamente la imputación de Donald Trump por el asalto al Capitolio, y, además, sus seguidores se alimentan de la teoría de la conspiración. Esta noticia es coincidente en el tiempo con la desestimación del TS (Tribunal Supremo) del recurso de los manifestantes, que solicitaban condenar a los agentes por “lesiones dolosas” del “Rodea el Congreso” en el 2014, al avalar como proporcionada la actuación policial. El autor y prescriptor del “jarabe democrático” había sido (fue) el gran animador del “Rodea el Congreso”, que gracias al buen trabajo de la policía no llegó aquella turba a entrar en el Congreso. Unos adelantados a Trump. Eso sí, son los mismos críticos y demonizadores  de Trump, pero el “Rodea el Congreso” fue acto democrático y una prescripción farmacéutica de “Jarabe democrático”, ¡faltaría más!

Desde la distancia, y sin posiciones ideológicas afines ni muy comprensivas con la política norteamericana, fuimos mayoría los que rechazamos el asalto de los energúmenos “fieles”, algunos leonados, de Trump al Capitolio. Una democracia tan consolidada, considerada en muchos foros de modélica –soy de los que cree que ni tanto ni tampoco-, que transmite estabilidad y credibilidad, pudiese ser atacada hasta sufrir semejante convulsión fanática, populista y antidemocrática… Pero ahí actuó, sin dudar, la justicia estadounidense; implacable, con total independencia, sin importar el personaje y sus extravagantes seguidores, sin miedo a diatribas amenazadoras, para acusar al expresidente e imputarlo. Quizá, o sin el quizá, si sucediese en España, le estarían preparando el indulto o cualquier prebenda si le favoreciera políticamente para apoyar la permanencia en el poder, a determinado aspirante. ¡Pero no! Es en Estados Unidos, y no se legisla a la carta.

En la España del año 2014, aún hoy recordamos titulares como: “Seis heridos y tres detenidos en una protesta de “Rodea el Congreso”; la organización no tenía permiso de la Delegación del Gobierno e intentó saltarse el cordón policial que provocó cargas policiales” (El País, 4-oct.). Aún tenemos presente –A pesar de que tiempo es el mayor anestésico de los humanos- la marcha y concentración del “Rodea el Congreso” de aquel 4 de Octubre de 2014, alentada también por Pablo Iglesias, a base de fuerte y manifiesta dosificación de “Jarabe democrático”, una medicación fruto de la casa, que tanto valía para escraches como para amedrentar al adversario, marchar contra el Congreso y los que allí ostentaban la responsabilidad de gobernar. ¿Qué hubiese sucedido si la Policía española no actuara de forma eficaz, contundente, profesional y proporcionada (Lo acaba de avalar el TS) y con anticipación…? Pues que la turba manifestante en vez de quedarse rodeando el Congreso de los Diputados pasaría a que los manifestantes entraran en el Congreso, como los pro Trump penetraron en el Capitolio, sin apenas impedimento. ¡Qué gran trabajo el de la Policía española!

Muy atisfecho que la Policía de nuestro país llamado España, y a cuyo reino aún pertenece Cataluña, haya recibido el aval del TS, al confirmar la absolución de los agentes antidisturbios y asegurando que no existió “ningún uso de la fuerza por parte de la Policía”, algo que éramos legión los que lo sospechábamos y lo habíamos manifestado con elogios al Cuerpo policial, en aquel entonces. De la Policía americana no se puede decir lo mismo; y consecuentemente las detestables imágenes del Capitolio dieron la vuelta al mundo y fue de risa la actuación del Cuerpo que tendría que haber velado por el orden y evitado el asalto. En EE.UU no hay un “falabarato”, autor de “jarabes democráticos”, pero sí uno parecido llamado Trump. Hemos comprobado que los extremos se tocan y hasta coinciden, Iglesias versus Trump. Y Neme me recuerda el principio de derecho: “La ley u ordena, o prohíbe o permite”.

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