Opinión

Afianzar el proyecto europeo

Cabe preguntarse si Angela Merkel y François Hollande han sido los dos grandes dirigentes que necesitaba la Unión Europea para hacer frente a los retos que se han presentado en los últimos años, desde la crisis económica a la crisis de los refugiados, la irrupción de los populismos y la potencia centrifuga de los eurófobos. De lo que no cabe duda es que sus países son, y deben seguir siendo por responsabilidad histórica, las locomotoras de la construcción europea.

El presidente francés está de salida y es francamente difícil que su partido pueda ganar las elecciones presidenciales próximas que se disputarán entre los conservadores y la ultraderecha de Marine Le Pen. Angela Merkel espera repetir como canciller, pero la ultraderecha también avanza en su país, con lo que la tentación es asumir algunos de sus presupuestos para mantener el tipo y seguir gobernando.

Merkel, que tan pendiente estuvo de apretar las clavijas a los países del sur de Europa, que forzó tanto la cuerda para que la salida de la crisis fuera en detrimento de quienes todavía no disfrutan de un estado de bienestar equiparable al de los países más desarrollados, es quien más levanta la voz para alertar de los riesgos que afronta la Unión Europea, acrecentados por el brexit. François Hollande bastante ha tenido con capear una situación de estancamiento económico que le ha impedido desarrollar un papel importante a nivel europeo para, a la postre, aprobar una reforma laboral que le va a costar el poder a su partido, entre otras causas.  

Y aun así, Merkel y Hollande, siguen siendo los adalides de la Unión Europea. En la reunión que han mantenido en Berlín preparatoria de la cumbre informal de la UE de la próxima semana en Malta, su solución para salir del impase actual es ‘más Europa’, más cohesión de los estados miembro frente a las tendencias disgregadoras. Si Alemania y Francia no toman el mando e impulsan una UE más fuerte y con un proyecto de futuro más nítido, los partidarios de la renacionalización de las políticas, de recuperar soberanía, de proteger fronteras y levantar muros para dirigirse finalmente a su salida de la UE pueden acabar ganando la partida.

Pero en la situación actual, y ante la celebración de los sesenta años del Tratado de Roma,  cada vez sobran más las palabras y faltan más hechos, más iniciativas, más convocar a los europeos a un proyecto común, más liderazgo y más presión en las calderas de las locomotoras europeas, para reforzar la unidad. La cumbre de Malta de la próxima semana es un buen momento para comenzar a afianzar el proyecto europeo ahora que ya se sabe cómo va a ser el brexit y que Donald Trump ha dado los primeros pasos en una dirección inquietante y antieuropea.

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