Opinión

El laboratorio italiano

Un país acostumbrado a vivir en la crisis política constante como es Italia, donde la media de permanencia de cada gobierno es de apenas un año y medio, se ha convertido en un laboratorio político en el que no cesan de producirse experimentos. El último de la factoría italiana es dar el gobierno a tres partidos de derecha con una lideresa de ultraderecha, Gorgia Meloni, la primera mujer que dirigirá el país tras sus buenos resultados electorales, que han hecho palidecer los de Mateo Salvini, de la Liga, y de Silvio Berlusconi y su Forza Italia.

El experimento de un gobierno de ultraderecha viene a sustituir a otros precedentes que, a la vista de los resultados del domingo, tampoco han tenido mucho éxito. El primero fue el nacimiento y el gobierno del Movimiento 5 Estrellas, de carácter populista proyectado por el cómico Beppe Grillo, que en esta ocasión ha quedado en tercer lugar tras la coalición de las derechas y del Partido Democrático encabezado por el ya dimitido Enrico Letta. Como todos los partidos populistas y personalistas, el M5S, los “grillinos”, se fueron diluyendo hasta llegar a una reciente escisión protagonizada por quien fue uno de sus líderes, Luigi de Maio, que ha dado la puntilla al partido a pesar de su renacimiento de última hora en las regiones del sur de Italia, que no ha servido para dar la vuelta a las encuestas que predecían el triunfo de Giorgia Meloni.

La decadencia del M5S y la necesidad de cerrar el paso a la Liga y a Meloni favoreció su acuerdo con el PD y el nombramiento de Mario Draghi como primer ministro, el último de una serie de ellos de carácter tecnocrático que no habían sido elegido en las urnas. Las luchas intestinas entre los partidos que lo sustentaban provocaron su caída y la convocatoria de elecciones, a pesar de que todos eran conscientes de su debilidad electoral y de que todas las encuestas vaticinaban lo que al final ha ocurrido, el triunfo de la ultraderecha, tanto por sus ofertas que han calado en una sociedad desencantada -como demuestra la alta abstención- como por la seducción ejercida por una lideresa que ofrece soluciones simples para los graves problemas del país. A eso se añade la falta de ofertas ilusionantes por parte del resto de los otros partidos, sobre todo del PD que ha basado su campaña en el miedo a la llegada a la ultraderecha, sin tener en cuenta elecciones recientes, por ejemplo, en España, en las que esos temores no han surtido ningún efecto. Se confirma así que en los experimentos en los que se repiten los mismos procedimientos ofrecen siempre los mismos resultados.

El triunfo de los Hermanos de Italia, La Liga y Forza Italia abre un sinnúmero de incógnitas sobre cómo serán las relaciones internas entre los tres partidos ganadores y cómo se van a articular los mensajes radicales de los mítines con el pragmatismo que parecen irradiar las primeras declaraciones en las que se ha rebajado el tono en los asuntos más conflictivos y que más inquietud han despertado en Bruselas y otros países europeos. El nuevo experimento italiano comenzará con la elección de la jefa del laboratorio y de los expertos que han de llevarlos a cabo, teniendo en cuenta que Meloni y los suyos ni cuentan con mucha plantilla ni con mucha experiencia de gestión.

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