Opinión

Las Coreas hablan

Corea del Sur y Corea del Norte retomarán los encuentros bilaterales el próximo día 9. La excusa formal es una vez más la diplomacia del deporte que ha dado resultado en otras ocasiones, aunque está vez tendrá un efecto limitado, circunscrito a la participación de los norcoreanos en los Juegos Olímpicos de invierno que se celebrarán en la zona surcoreana de Pyeongchang  del 9 al 25 de febrero, y los Paralímpicos se extenderán hasta el 18 de marzo.

La distensión comenzó con el discurso de comienzos de año del líder norcoreano, Kim-Jong-un, que al mismo tiempo que hacía valer el apelativo de "hombre cohete" que le ha puesto Donald Trump y anunciaba que en su despacho tenía el botón nuclear listo para ser activado, se ofrecía a participar en las competiciones deportivas. Como consecuencia, las comunicaciones telefónicas entre las dos Coreas se han restablecido.  

Estados Unidos también ha aportado su grano de arena a esta fase de aplacamiento al aceptar la propuesta del presidente surcoreano, Moon Jae-in, de que las tradicionales maniobras militares conjuntas de ambos países no se celebren hasta después de pasado el acontecimiento deportivo. Unas maniobras que suelen ir acompañadas de otras demostraciones de fuerza del régimen de Kim Jong-un, que las consideran una amenaza militar.  

No obstante, las esperanzas de que esta diplomacia deportiva se extienda a otros campos o se prolongue en el tiempo son bastante limitadas. Corea del Norte se muestra como un estado pirata dedicado a las acciones de ciberdelincuencia y ciberespionaje para tratar de paliar los efectos del embargo, y se ha convertido en una amenaza para la paz mundial con sus continuas pruebas de misiles balísticos y el desarrollo de su industria militar nuclear a lo que se añaden las provocaciones que no para de lanzar periódicamente su líder.

Tampoco parece que a pesar del aplazamiento de los ejercicios militares Pyongyang vaya a lograr distanciar a Estados Unidos y a Corea del Sur, ni que las conversaciones se vayan a prolongar en el tiempo para abordar otros asuntos pendientes desde la declaración de alto el fuego de 1953. A continuación el líder  norcoreano, como en otras ocasiones, encontrará cualquier motivo para volver a la estrategia del caracol y a encerrarse en su resistencia numantina y el asilamiento desafiando incluso a su valedor chino. Y por supuesto no habrá ningún gesto norcoreano para desencallar las conversaciones sobre la desnuclearización de Corea del Norte que llevan paralizadas una decena de años.

El que será el primer encuentro bilateral desde 2015, que se celebrará en la Casa de la Paz, de la zona desmilitarizada puede llevar algún tipo de distensión a la península coreana. Pero después de arriada la bandera blanca de los Juegos Olímpicos y una vez que Corea del Sur y EE UU reanuden su cooperación militar, Kim Jong-un volverá a cortar las líneas telefónicas y a las bravatas.

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