Opinión

Marine Le Pen: el hábito hace al monje

Marine Le Pen ha propuesto cambiar el nombre del Frente Nacional por el de Reagrupamiento Nacional, asumiendo la idea de que el hábito hace al monje: el aspecto exterior puede cambiar el concepto sobre el interior. Sin embargo, en el congreso celebrado en Lille, que la dirigente ultraderechista considera el congreso de la refundación del partido, en su discurso no cambió ni un ápice la línea ideológica del FN que, si así lo aceptan sus militantes, invitados a pronunciarse en las próximas semanas, pronto se llamará RN. Para Le Pen, el nombre anterior estaba “demonizado” y significaba “confrontación”, por lo que necesitaba un cambio “para conjurar la desconfianza”.

Hará falta algo más que un cambio de nombre, y despojar a su padre de la presidencia de honor, para que los votantes consideren que ha cambiado Marine Le Pen y su partido. Sus palabras de patriotismo, que atraen a cualquiera que se sienta profundamente francés -“Debemos gobernar para los franceses, y con quienes compartan nuestro profundo amos a Francia”-, fueron seguidas de frases hirientes hacia los emigrantes, sobre todo los musulmanes: “No tenemos medios para acoger y cuidar a todos los que vienen”, mensaje que repite desde hace años, pero en esta ocasión, tras reiterar que Francia es un país laico, recalcó que “en Francia no se viste nadie con ropas impuestas por la religión, ni las mujeres se bañan vestidas en las piscinas públicas”, porque “en Francia las jóvenes visten como quieren sin que nadie las moleste y en Francia se estrecha las manos a las mujeres”. 

Es precisamente el discurso contra la inmigración el que más votos suma al FN, futuro RN, pero también el que provoca mayor rechazo. De hecho, es lo que impide el paso al partido de Le Pen para llegar al gobierno. Sus resultados en las presidenciales, tanto en tiempos del fundador Jean Marie, como en los de su hija Marine, son espectaculares, pero la ley electoral con la segunda vuelta provoca siempre la unión de los adversarios, aunque sean opuestos ideológicamente, para bloquear el extremismo de derechas.

Marine Le Pen piensa que con el cambio de nombre apaciguará el rechazo. Es difícil, pero se verá en las próximas elecciones, tanto legislativas como presidenciales.

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