Opinión

Más allá de Venezuela

Se han cumplido esta semana seis años del comienzo del diálogo entre el Gobierno y la oposición venezolana. Diálogo hasta el momento infructuoso para un país que copa los medios de información de toda España, dejando sin espacio, por ejemplo, a otros acontecimientos que también vive América Latina. Esta misma semana en México han asesinado al sexto periodista en lo que va de año y en Colombia la orden de poner en libertad al exlíder de las FARC, Jesús Santrich, ha desencadenado un terremoto político que por el momento ya ha supuesto la dimisión del fiscal general y de la ministra de Justicia. 

Los funcionarios han protestado masivamente contra el presidente argentino, Mauricio Macri, y los estudiantes han hecho lo propio en Brasil, donde Bolsonaro parece empeñado en recortar derechos a la población sin que ningún líder internacional cuestione su gestión. Honduras y El Salvador siguen siendo los dos países más violentos del mundo sin conflicto armado y Cuba continúa asfixiada por el bloqueo estadounidense. Y luego está Nicaragua, un país que no se recupera de las protestas contra la represión del presidente Daniel Ortega que el año pasado terminaron con más de 300 muertos y miles de encarcelados. 

América Latina sigue siendo una región convulsa en la que queda mucho por hacer y es obligación del periodismo dar voz a sus problemas para ponerlos en la palestra. El periodismo debe servir para explicar que violencia también son los "tarifazos" de Macri que han asfixiado a los argentinos. O que por las venas de quien decide ser periodista en México tiene que correr sangre aún más valiente que la de aquellos que se irían al frente, porque el riesgo de muerte es una constante en el país azteca. 

El periodismo debería levantar la voz contra los asesinatos de líderes indígenas colombianos, que este año vuelven a marcar récord histórico; o señalar a su presidente, Iván Duque, por incumplir con premeditación y alevosía los acuerdos de paz con la guerrilla que tanto costó alcanzar y que pusieron fin a medio siglo de guerra y dolor. Y desde luego, el periodismo debería juzgar a Daniel Ortega de la misma forma que lo hace con Maduro. Porque cuesta imaginar qué habría pasado a nivel mediático si las fuerzas de seguridad venezolanas hubiesen asesinado a trescientas personas y hoy el presidente siguiera campando a sus anchas.

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