Opinión

Nochebuena Europea

Una vez más un pacto europeo se ha alcanzado cuando se estaba al borde de alcanzar el tiempo límite. El acuerdo entre Los 27 y Londres sobre una salida ordenada de Gran Bretaña de la Unión Europea sellado el día de Nochebuena da un respiro a ambas partes que han librado la posibilidad de una ruptura dura, que habría tenido unas consecuencias económicas y sociales a ambos lados del Canal difíciles de medir. Pero a pesar de la retórica del "premier" británico, Boris Johnson, es su país el que sale más perjudicado frente a la unión de los países del club europeo que seguirán teniendo abiertas las fronteras británicas para sus productos y servicios sin aranceles y sin restricciones, lo que a efectos económicos significa una situación muy similar a la actual aunque se entorpezcan los trámites aduaneros.  

El resultado de las negociaciones ha demostrado la fortaleza europea cuando trabaja unida y antepone los intereses comunes a los particulares. En ese sentido el desdén con el que Angela Merkel y Emmanuel Macron han tratado a su homólogo británico, derivando todas las negociaciones al equipo europeo encargado de la misión, ha sido un ejemplo de lo que le espera al Reino Unido a la hora de desarrollar el acuerdo del Brexit. De forma indirecta la situación creada ambos lados del Canal con la decisión europea de cerrar las comunicaciones con Gran Bretaña como consecuencia de la nueva cepa del covid-19 detectada allí, con miles de camiones atascados en la frontera, ha sido un aviso de lo que podría haber sido una situación habitual de no haberse llegado al acuerdo.  

El asunto de la pesca que ha dilatado el acuerdo, no ha sido sino una excusa de último recurso dada su escasa influencia en el PIB de Gran Bretaña, aunque también se trataba de una cuestión de defensa de los intereses europeos cuyos pescadores llevan faenando en las aguas británicas desde siempre, y una nadería si se tiene en cuenta que los intercambios comerciales de la UE con su exsocio es de 700.000 millones de euros anuales y la balanza comercial sumamente favorable al conjunto de países europeos.  

La retórica de Johnson mantiene que Gran Bretaña ha recuperado su soberanía y el imperio de sus leyes, pero el Brexit tiene unas consecuencias internas que se verán en los próximos años. Por lo pronto se mantiene el área de libre comercio entre las dos Irlandas y se por tanto la validez de los acuerdos de Viernes Santo, pero por el lado escocés, los nacionalistas están reclamando un nuevo referéndum de independencia que en su caso –salvando muchos obstáculos- les permitiera volver al abrigo europeo. 

Bien está lo que bien acaba a pesar de que se sella así la salida del Reino Unido de la Unión Europea, que ahora podrá dedicar todos sus esfuerzos a otros empeños que fortalezcan el club. Porque lo acordado con Londres es también un aviso a navegantes para los países que puedan tener la intención de abandonarla o de utilizar este recurso en la política nacional.

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