Opinión

Xi, el emperador comunista

La reelección para un nuevo periodo de cinco años al frente de la República Popular china sitúa a Xi Jinping en el segundo lugar de la genealogía del país tan solo por debajo de Mao Zedong, acumula su mismo poder y se dispone a marcar una impronta que será difícil de superar en el devenir del sistema comunista-capitalista implantado con el que lleva camino de convertirse en la primera potencia mundial. 

La unanimidad de los tres mil miembros de la Asamblea Nacional Popular, el parlamento chino, era el único camino después de que en octubre del año pasado se eliminara la enmienda constitucional que limitaba a dos los mandatos de los líderes chinos, se mantuviera como secretario general del Partido Comunista Chino que gobierna el país y que constituye el verdadero sostén del poder en China. Además se le ha ratificado en la presidencia de la Comisión Militar Central, que lo sitúa en la cúspide de las Fuerzas Armadas, de tal forma que controla al Gobierno, el Estado y la estructura militar, mientras que el poder legislativo carece de toda capacidad de influencia. 

Las circunstancias en las que Xi comienza su nuevo mandato al frente de China no son, sin embargo, las más halagüeñas, sobre todo desde el punto de vista económico y del desarrollo social de sus habitantes que ha proclamado como una de sus preocupaciones. Tras las consecuencias de la política de “covid cero” que tuvo que desterrar por las protestas sociales y sus implicaciones económicas, la apuesta es por subir el crecimiento de la economía que arrastra unos años de incrementos raquíticos para las necesidades del país. La meta fijada para este año de un aumento del PIB del 5%, se sitúa aún muy lejos de las cifras habituales. El número de muertos que se produjeron en China tras terminar las restricciones anticovid es un misterio pero se estima que fueron decenas de miles antes de que se lograra controlar la pandemia. 

Y desde el punto de vista de la posición de China en el tablero geoestratégico, se ha producido un enfrentamiento cada vez más evidente con Estados Unidos al que disputa la hegemonía mundial, con el aditamento de una posición cada vez menos ambigua en favor de Rusia en la guerra de Ucrania, aunque todavía no ha cruzado la línea del envío de armas, y con la amenaza constante sobre la invasión y anexión de Taiwán, defendida por EEUU, para conseguir “una sola China”, que tendría consecuencias catastróficas para todo el mundo. 

Xi, que en la actualidad tiene 69 años, quizá tenga la tentación de permanecer en el poder otro mandato más. Por el momento no ha designado un delfín en el que depositar su legado. Quien más posibilidades tendría es Li Quiang, el número dos del partido desde el pasado mes de octubre y que será el presidente del Gobierno, mientras que el número tres del PCCh, Zhao Leji, está al frente de la Asamblea. Todo el poder para Xi y sus fieles.

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