Opinión

84 millones

Más de 84 millones de personas están desplazadas y refugiadas en el mundo, según un informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, que advierte que el número va en aumento. Más de 60 guerras y conflictos armados están en plena efervescencia en este planeta que parece queremos destruir de mil maneras diferentes. Más de 84 millones de personas con nombre, apellido y rostro, con una vida por vivir, como nosotros. Aunque no queramos pensarlo. Más de 84 millones de personas viendo cómo las posibilidades de un futuro normal se alejan cada vez más, soportando atrocidades y sorteando la muerte.

Y seguimos sumando: asesinados, desaparecidos, secuestrados y los que intentan sobrevivir cada día, con secuelas ya eternas, entre balas, desolación, hambre y derrota. No hay números. Esto es lo que significa una guerra. No hay gestos heroicos, ni aromas cinematográficos, ni monstruos nacidos en alcantarillas, ni bondad eterna. Hay despojos, instinto de supervivencia, olores nauseabundos, humillaciones, torturas, violaciones, frío, banderas rotas y descoloridas, lágrimas y víctimas, millones de víctimas, porque la guerra es pura destrucción.

Cierto, no he estado en ninguna, afortunadamente. Pero siempre he escuchado atentamente todas las voces que las han contado de la manera que han podido, estuvieran donde estuvieran. Y siempre he escrutado de manera voraz esos rostros para encontrar la dignidad que aún logran retener, aferrándose a un hilo muy fino de esperanza para poder abrir los ojos un día más, sin distinción de edad. Y de eso deberíamos hablar cuando hablamos de guerra. De las consecuencias cuyas facturas todos pagamos, aunque para unos el coste sea irrisorio y para otros sea inasumible de por vida.

Porque la guerra mata, destruye, descuartiza todo. Y siempre, siempre, ganan los mismos, indistintamente del idioma que hablen, la creencia religiosa que profesen o la bandera que luzcan: los que tienen el poder y el dinero. Y siempre la perderemos los mismos. Y sirva esto para otros conflictos, menos armamentísticos, pero también muy destructivos. Antes de lanzarnos a mil y una batallas, abrazados a nuestra única verdad, intentando aniquilar al contrario si no nos da la razón, tal vez deberíamos reconocernos en los destrozos. Hay victorias que son grandes derrotas. Ucrania, Rusia, Yemen, Siria, Etiopía, Estados Unidos, Europa, Mozambique y tantos más son letras que forman nombres que crean fronteras. Pero las personas que mueren, sufren y huyen son seres humanos únicos que quieren y tienen a quién querer, si la guerra no se lo ha arrebatado todo ya. Más de 84 millones de desplazados y refugiados, más de 60 guerras y conflictos armados. Eso es nuestro mundo y formará nuestro futuro. Aunque neguemos la evidencia o inventemos justificaciones de Dios, Patria y Ley. Una guerra siempre es devastación para y de las personas. Una guerra siempre es muerte, estés donde estés.

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