Opinión

De salud mental

Ha subido la persiana y hace sol. Aunque el frío aún se deja sentir, ella permite que esos rayos toquen suavemente su cara. De repente, las ganas se apoderan de ella. Aunque aún no sabe de qué. Pone música y empieza a moverse por la casa sin dejar de hacer cosas: La cama, quitar el polvo o limpiar los baños. 

Quizás parezcan nimiedades. Cosas cotidianas que cualquiera puede hacer. Suena una canción que la lleva al pasado. No a un pasado muy lejano. Tal vez sólo un año, más o menos. La quita rápidamente. No quiere volver a ese momento. La música puede tener un gran poder curativo unas veces, pero otras nos retrotrae a momentos...

Ha sido un camino difícil hasta llegar aquí. Sabe que aún no se ha acabado. 

Vuelve a esos momentos en que lo único que quería era seguir en la cama, pero no podía.

Vuelve a cuando el cuerpo se movía por inercia, camino a un trabajo de mil horas y sueldo escaso. Allí dónde el cuerpo dolía pero aún más su alma. No sabía por qué. 

Y un día su cabeza dijo basta. Piensa que tuvo la suerte, por circunstancias de la vida, de poder permitirse un lujo, que hoy es tan difícil para muchos y eterno para otros. Decidió que debía empezar por el principio: Su salud mental. Esa que los políticos nombran tantas veces y tantas trabas tiene. Citas para dentro de un año, citas que no pueden esperar. Porque la salud mental es urgente. Porque es el motor del coche y sin eso, es muy difícil arrancar.

Quizá nos dejamos llevar en tiempos de pandemia creyendo que en ciertas cosas todo podía mejorar. Hasta que enciendes la televisión y observas la marea de batas blancas saliendo a la calle.

Al final, decide dejar que la música siga sonando. Vuelve a lo que hace un tiempo parecía una tarea imposible de llevar a cabo. Salir de la cama y hacerla, como aprendió hace ya mucho tiempo. Mira el calendario y verifica que hoy es el día. Tiene cita con su psicóloga a las 6 de la tarde. Sesiones donde cada vez sale más liviana de equipaje, con más herramientas y también, por qué no decirlo, con menos dinero en el bolsillo. 

“Sí, sé que de momento esto es un lujo que no está lamentablemente al alcance de todos”, se dice a sí misma con tristeza. Respira y un ojalá asoma a su cabeza: Ojalá fuese ya para todo el mundo.

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