Opinión

Mi particular credo

Las canciones tienen poderes. Transportarte en el tiempo, en el espacio, recordarte momentos únicos, sumirte en diferentes estados de ánimo, rescatarte de momentos indeseados, despertarte deseos o, simplemente, conseguir que te dejes llevar. Pienso eso mientras escucho en la radio una vieja canción que supuso muchas cosas: el Credo, de la Misa Campesina cuyo autor principal es Carlos Mejía Godoy. Esta obra fue la expresión popular de una manera de entender la fe que surgió en los 70, sobre todo en Centroamérica, bajo el nombre de Teología de la Liberación. Fue interpretada por primera vez en 1975 durante una misa oficiada por el poeta, sacerdote, teólogo y revolucionario nicaragüense Ernesto Cardenal, fallecido en 2020. Resuena en mi cabeza el estribillo: “Creo en vos/ Arquitecto, ingeniero/ Artesano, carpintero/Albañil y armador/ Creo en vos/Constructor de pensamiento/De la música y el viento/De la paz y del amor”. Mientras me dejo llevar por ese ritmo y medito sobre todo lo acontecido en el continente americano en aquella década y su evolución, pienso al mismo tiempo que tal vez sería bueno que, de vez en cuando, cada uno pensara su propio credo en voz alta, sin pecados concebidos, y con lista abierta. Porque la vida nos cambia. De no ser así, pocas enseñanzas habremos aprovechado o pocas experiencias nos habremos permitido vivir. Tristes las dos posibilidades.

Mi particular credo incompleto se compone de cosas simples y de personas. Yo creo en las comidas que te transportan a la infancia y a la mesa compartida. Creo en la música que conmueve. Creo en las amistades que siempre permanecen cerca, con o sin kilómetros y años de por medio. Creo en los libros que te salvan tantas veces y que regalan conversaciones llenas de color. Creo en las energías que nos protegen y nos cuidan porque las generan las personas queridas que se nos fueron. Creo en un abrazo, creo en un vino acompañado de risas y sonrisas, creo en mis padres que ya no están pero que tanto me han dado. Creo en las personas que me quieren y a las que tanto quiero. Creo en un viaje que me abre al mundo. Creo en el poder del conocimiento, en la razón y en la ciencia. Creo en los errores que nos hacen avanzar. Creo en la debilidad y en la fuerza. Creo en el pasado, en el presente y en el futuro que nos van moldeando. Creo en la vida y creo en la muerte que, tristemente, me ha enseñado demasiadas veces su cara. Creo en el poder de las palabras y creo en mí. Y aunque a veces todo se me olvide, creo también que el sol, tarde o temprano, siempre vuelve a salir. Al menos, hasta los créditos finales.

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