Opinión

Las personas olvidadas

En una película rusa, un soldado muerto en la guerra de Chechenia se aparece a su hermana y  pregunta si alguien se acuerda de ellos. “¿La verdad? Mamá no te olvida, papá no te olvida y yo a veces”, responde. “¿Eso es todo?” - vuelve a preguntar él y ella contesta- “Así es”. Pocas frases son tan verdad y tan crueles. Las vidas arrasadas por violencias organizadas, alentadas e iniciadas desde despachos de cualquier tipo caen pronto en el olvido para el mundo. Por eso se repiten tanto. Por muchas manifestaciones, minutos de silencio y muestras de rabia que la sociedad organice, la ausencia de los muertos sólo duele en los suyos. Las pancartas se pliegan, las voces vuelven a la cotidianidad más simple y la furia desaparece en las preocupaciones propias de cada vida. Los muertos y muertas se desvanecen y sus nombres ya no significan nada para nadie, salvo para los que cogían sus manos.

¿Recuerdan a Alyan Kurdi?¿El niño sirio de tres años ahogado en 2015 en una playa de Turquía cuando su familia huía de una guerra? Aylan representaba dos dramas que aún no hemos resuelto: la guerra y las migraciones desesperadas. El mundo salió indignado a las  calles. Pero en la última década han muerto en el Mediterráneo más de 26.000 personas, entre ellas al menos 1.043 niños. Y aquella guerra sigue siendo y ahora es también Ucrania, Etiopía, Sudán, Yemen… 

¿Les suena Mahsa Amini, la joven asesinada en 2022 en Irán por no llevar el velo correctamente? Les gritamos que no estaban solas, que  salieran a la calle, que el cambio era imparable. Como a las afganas y a todas las víctimas por violencia machista en el mundo. ¿Alguien se acuerda de ellas o de Majid Kazemi,  ejecutado por haber participado en una manifestación contra el régimen iraní, o de los detenidos y detenidas? ¿Saben quién fue Lucrecia Pérez? Una mujer pobre y dominicana asesinada a tiros en 1992 por un grupo de neonazis. Fue considerado el primer asesinato racista de nuestro país. También entonces juramos no olvidar y no repetir. No lo logramos. Las  infracciones penales e incidentes de odio en van en aumento. Samuel Luiz fue asesinado en una agresión homófoba en 2021. Nueva ola de movilizaciones. En 2022 se registró un aumento de casi un 70% en los delitos contra la orientación sexual en España. Es una lista interminable. Olvidamos a quienes nos empujaron a la indignación y a la protesta, mucho más a las víctimas anónimas de todas las violencias. 

Cierto, no podemos cargar con el dolor del mundo, pero podemos empezar como sociedad  a no dejar gobernar a quienes desdeñan los derechos humanos. Hay monstruos que nunca se sacian y de pronto no habrá manos para sujetar pancartas, pero sí corazones de luto.

Te puede interesar