Opinión

Adelina y los huevos

Ignoro si en la próxima comparecencia de Jordi Pujol ante el Parlament se tratará el asunto de la pitonisa Adelina, que a mí como gallego me ha parecido la más rocambolesca de todas las historias que hemos oido del ex-president, hoy también ex-honorable.

Adelina como una verdadera aparición mágica por fin se ha dejado ver la semana pasada en un pueblo ourensano. Y no solo eso, sino que también ha hablado. Sus palabras han sonado en los medios como el Oráculo de Delfos.

Según explicó con pelos y señales (lo normal en su caso), Adelina vivió en Andorra durante años y asesoró al ex-mandatario catalán en innumerables asuntos e incluso montó un floreciente negocio con él. Floreciente sobre todo para el ex-president, claro. El negocio consistía en que don Jordi se la recomendaba a adinerados clientes a los que él mismo cobraba 300 euros por sesión, de los que el ex-honorable daba 150 a Adelina y se quedaba los otros 150 a título de merecida comisión. O sea que ni un tres ni un cinco por ciento sino ¡un cincuenta! Así todo empieza a encajar: la policía no es tonta.

Continuando con el sólido relato de Adelina, la maga mediante este ingenioso sistema que funcionó durante dos años llegó a tener hasta doscientas consultas diarias. Eso supondría y no hay razón para dudar de su sinceridad, unos cuarenta millones de euros, veinte para don Jordi.

La pitonisa también ayudó al ex-mandatario en otros menesteres más prosaicos. Le quitó el "mal de ojo", le curó un tic nervioso, le solucionó problemas de espalda e intentó acabar con esa forma de hablar farfullando, tan graciosa, que tiene el ex-president, algo en lo que la maga no tuvo éxito. El sistema de curación empleado por Adelina consistía en pasar un huevo bendecido por diversas partes del cuerpo de don Jordi. Discreta y elegantemente, como buena gallega, Adelina ha obviado especificar qué partes.

Según varios confidentes de la policía del "Caso Pretoria" y de la ex-novia (en esta historia todos son ex) de Jordi junior, Jordi senior viajaba a menudo a Andorra para consultar a Adelina y de paso visitar algunas sucursales del Banco Andorrano. Los catalanes sienten querencia por Andorra como los gallegos por Portugal, y van a Andorra como nosotros a Fátima.

A mí lo del huevo me ha llegado al corazón, otra víscera. Supongo que porque hace tiempo escribí un cuento sobre una bruja de la que habló una vez Cunqueiro. Una bruja portuguesa. Se llamaba Felipa y vivió en el siglo XII en Santarém. Felipa encerraba varios vientos en un huevo de gallina y lo vendía. El comprador solo tenía que arrojarlo al suelo donde quisiera y al romperse el huevo los vientos se liberaban... y desataban un huracán.

Sinceramente, creo que es mejor mi cuento que el de don Jordi. No entiendo por qué él se ha forrado y yo no. Misterios de la magia. Habrá que preguntarle a Iker Jiménez.

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