Opinión

Cómo ponerse la mascarilla

La sesión del Congreso de los Diputados que pudimos ver el miércoles 14 de octubre tras un martes 13 (ya saben, en martes ni te cases ni te embarques), y un lunes 12 Día de la Hispanidad o Día de la Tontería que ya no sabemos lo que es, nos ha dejado claro por si aun teníamos dudas que nuestros políticos -todos sin excepción- son una panda de capullos, con perdón, incompetentes pero eso sí, muy bien pagados.

En vista de la situación voy a hacer yo aquí algo positivo y verdaderamente instructivo para toda la clase política y el bien de la nación en esta columna que tan a menudo más que dórica, jónica o corintia parece un montón de cascotes abandonados a los elementos, maltratados por la lluvia, el viento y otras inclemencias. 

Voy a explicar en detalle cómo se pone uno la mascarilla correctamente. Pero sobre todo lo hago por responsabilidad ciudadana, para que nuestros próceres del Congreso y del Senado aprendan a hacerlo ya que veo que no saben. Así que me dirigiré específicamente a ellos. Ahí voy.

A) Lo primero que tiene que hacer usted, amigo mío, es depositar la mascarilla a unos veinte o treinta centímetros de distancia sobre una mesa firme y sólida. Si la mesa cojea el procedimiento no funcionará, esto es importante. Controle este punto y no lo pase por alto. B) A continuación quítese los zapatos. Si lleva calcetines tiene que quitárselos también. C) Mueva todos los deditos de los pies varias veces para comprobar que están en perfecto funcionamiento, y mientras tanto no deje de mirar la mascarilla fijamente en ningún momento. D) Con una rápida y ágil flexión de sus abdominales levante las rodillas coja la mascarilla por sus cordelitos sujetándola delicadamente pero con firmeza con los dedos pulgar e índice de ambos pies, y cálcesela de inmediato en la coronilla. Esta operación puede ser difícil y quizá necesite ensayarla antes unas cuantas veces en su casa. En la intimidad. E) La mascarilla debe quedarle más o menos como un kipá, ya sabe, ese gorrito que llevan los judíos. Puede entrenar delante de un espejo para comprobar que lo hace bien. E) Una vez hecho todo esto ya puede calzarse y soltar todas las estupideces, insultos e improperios que se le ocurran al micrófono de su escaño o a sus adversarios políticos, puede estar seguro de que la presidenta de la cámara no le llamará la atención.

Llegados a este punto otra posibilidad que se le ofrece al parlamentario si lo prefiere es no calzarse ya en el resto de la sesión, con lo que los pies le servirían para aplaudir (a los suyos, por supuesto) al mismo tiempo que aplaude con las manos, como hacían cientos de monos en una famosa e indescriptible escena de "El Planeta de los Simios" la primera, la de Charlton Heston. ¿La recuerdan ustedes? Yo no pude evitar recordarla el otro día todo el tiempo.

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