Opinión

El perro de Pávlov

En mi ciudad, Vigo, en el campus universitario (la universidad de Vigo es puntera en carreras tecnológicas), ahora tienen un perro-robot al que por suerte yo solo he visto en fotos.

Ignoro a qué se dedica el perro exactamente, pero me intriga saberlo. ¿A vigilancia? No lo creo. Vigilar un campus universitario para un perro debe de ser algo así como vigilar una ciudad entera para un guardia jurado, una tarea imposible. ¿A la caza? Improbable. El perro, pueden verlo en internet, no tiene pinta de cazar conejos y además la caza en su caso resultaría no solo políticamente sino también tecnológicamente incorrecta. ¿Le ladra a los extraños? Tampoco lo creo, se pasaría el día ladrando, el porcentaje de extraños que pululan por un campus universitario es enorme, y no me refiero solo a los que no están matriculados en alguna facultad. ¿Es uno de esos perros como los de los aeropuertos que detectan dinero mediante el olfato? Pues lo tiene claro, porque los universitarios suelen estar pelados. ¿Un perro rastreador de personas perdidas que las localiza para salvarles la vida? Ahí tendría una buena ocupación porque nuestros campus universitarios suelen estar llenos de gente perdida y habría que salvarla. ¿Detecta droga? Pues alguna papelina encontrará, pero dudo que localize en el campus de Vigo al Chapo Guzmán. En fin.

Otros detalles menores del dicho perro también me inquietan. ¿Va con correa o sin correa? Porque la ley obliga a llevar a un perro con correa. ¿Tiene chip? De esto no hay duda, seguro que tiene cientos de chips. ¿Hace deposiciones? Si las hace ¿las recoge su dueño? Y más misterioso aun, ¿son biológicas o mecánicas? Otra cosa, ¿tiene una caseta y una mantita para dormir? ¿O simplemente cuando acaba el día lo apagan y lo apilan en una estantería?

Más. Ese perro ¿padece el condicionamiento de los perros de Pávlov? Porque si es así los estudiantes podrían adiestrarlo fácilmente para sus propósitos (sean estos cuales sean) con un poco de paciencia y una simple campanilla.

Por otra parte está su aspecto. No parece un perro salvo porque tiene cuatro patas, cosas que también tienen un equidna, un ornitorrinco o una lagartija. En realidad parece una cucaracha gigante, eso sí, de un bonito color azul.

Cuando yo estudiaba Sociología en Madrid unos estudiantes de la Facultad de Ingeniería habían diseñado un robot que todo el mundo iba a ver. Básicamente era una caja negra con ruedas, de unos veinte centímetros de altura y gran maniobrabilidad. Lo único que sabía hacer aquel robot era recorrer los pasillos de la facultad buscando un enchufe, y cuando lo encontraba se conectaba hasta recargar la batería. Acto seguido volvía a recorrer los pasillos. Una tarea que muchos humanos aun son incapaces de hacer hoy en día.

Bueno, dejemos eso. No sé si el perro de Vigo tiene nombre. Yo le hubiera puesto Tobi. Por aquello de “To be or not to be, that is the question”.

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