Opinión

¡Hola!

Una peluquería de Gijón ha decidido que en su negocio ya no tendrá la revista ¡Hola!, en protesta por la noticia de Ana Obregón y su gestación subrogada en Miami. Según la dueña de la peluquería porque ella “está en contra de la compra y el tráfico de seres humanos.”

Dejando aparte que no sé si ha valorado correctamente si en lo comercial es buena idea no tener el ¡Hola! a disposición de sus clientes/as mientras esperan turno para hacerse unas mechas, la noticia me ha sugerido otras cosas.

Aunque seguramente esa peluquera ha tenido el ¡Hola! en las mesitas de espera durante años, veo que nunca ha entendido en qué consiste esa revista exactamente. 

El ¡Hola! es un prodigio de creación y estilo ¿periodístico? único, que desde su nacimiento en los años cuarenta de las manos del matrimonio de Antonio Sánchez y Mercedes Junco se especializó en lo siguiente:

1) Hablar siempre muy bien de todos los que salen en sus páginas; 2) sacarlos lo más guapos que se pueda; 3) no hacer jamás, y esto es muy importante, ni críticas ni juicios de valor sobre nada de ningún tipo, por eso yo le puse antes unos interrogantes a la palabra “periodístico”; 4) untar de jabón a sus personajes, y 5) ofrecer a los lectores una ficción fantasiosa de “celebrities” felices, sonrientes y forrados como si les acabara de tocar el euromillones.

O sea que vuelvo al punto 3) el ¡Hola! no hace juicios de valor. Si lo estudian ustedes verán que es así. Y en ese número en concreto el ¡Hola! en su estilo se limita a contar la noticia dándole palmaditas cariñosas en el lomo a los protagonistas, como hace siempre.

Uno de los legendarios periodistas del ¡Hola! fue el gran Tico Medina, que acuñó frases maravillosas que ilustran esto que estoy contando. Por ejemplo, usted abría el ¡Hola! y se encontraba con un reportaje de una pareja posando en su jardín con sus cinco hijos y un par de perritos, o en unos salones suntuosos, o en la piscina, o delante de su palacete. Por supuesto todo exudaba dinero a espuertas, pero también una falta de gusto y una ostentación que entraba directamente en un territorio tan hortera como abyecto. Entonces Tico Medina escribía: “Los marqueses de X nos reciben en el marco incomparable de su mansión de Navalcarneros”.

¡Marco incomparable!, todo un hallazgo de redacción periodística como otros de Tico Medina y sospecho que siendo de él, irónico. Pero crítica, análisis u opinión en el ¡Hola!, eso nunca.

Relacionar al ¡Hola! con el tráfico de seres humanos por ese reportaje es como matar al mensajero. El ¡Hola! solo lo publica. Y no opina. Nunca opina.

Yo tuve un jefe neoyorquino fabuloso que decía medio en broma: Para estar al corriente del mundo tienes que leer dos cosas, The Economist y el ¡Hola! Con eso lo tienes todo.

La peluquería podría suscribirse a The Economist ¿no? Vale, solo es una idea.

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