Opinión

Rocío

El insufrible documental de Rocío Carrasco que casi es una pesadilla, empezaba a parecer una especie de “En busca del tiempo perdido”, algo que nunca se acababa. Una maldita novela sin fin. Por suerte ya le han puesto el The End en plan Hollywood.

Me asombra la capacidad de esa chica para veinte años después contar su historia como si hubiera ocurrido ayer. Y no. No ocurrió ayer. Fue hace veinte años.

Si yo me sentara delante de una cámara a mis sesenta, para contar cosas que me ocurrieron hace veinte años, dudo que pudiera hacerlo como lo hace ella. Claro que yo viví con mi ex dieciséis años y nos llevamos genial. Su caso, el de Rocío, parece ser distinto en ese terreno, el de las relaciones afectivas, y eso creo que tiene mucho que ver con el carácter de ella y con el de su ex marido, digo yo.

Por supuesto podríamos entender este asunto únicamente desde la perspectiva del beneficio. Hay que sacar pasta como sea, de la tele, a costa de los hijos, a costa de su ex, o a costa de lo que se le ocurra. Pero escuchándola eso tampoco me parece plausible del todo.

Lo alucinante del programa es la cantidad de datos judiciales, escritos y papeles oficiales que Rocío Carrasco exhibe mezclados con sus lágrimas para convencernos de que es una víctima. Y seguro que lo fue, pero veinte años después (esto es el título de una novela de Alejandro Dumas) ese discurso tal como lo cuenta resulta raro.

Estoy convencido de que su ex, Antonio David Flores, es un desgraciado. No me parece un buen tipo, como creo que no se lo parece a media España, no hay más que verle la cara.

Pero el documental es tan falso como una moneda de tres euros con cincuenta. No se lo cree nadie. Para colmo la escenografía y puesta en escena con ese traje rojo de pantalones pata de elefante que lleva ella todo el tiempo resulta absurdo, o al menos resulta absurdo durante tantas horas de rodaje ¿es que no se cambiaba de ropa y seguía llorando igual todos los días? Otra vez raro.

“Decir la verdad para seguir viva” lo titularon. Un título que es una broma de proporciones telúricas. Deberían haberlo titulado “Decir lo que sea para lo que sea” que seguimos sin saber qué fue exactamente. Pero por lo menos hubiera sido un título mejor y más entendible.

No me gusta Antonio David, ni ella, ninguno de los dos me interesa. En realidad no sé nada de ellos y no sé distinguir cuál es el peor de ambos, alguno habrá que lo sea pero no sé cuál es. Y no voy a dedicar más tiempo a investigarlo. El tema me aburre.

Solo lo siento quizás por sus críos que por cierto ya no son críos y a estas alturas son mayorcitos de caray. Ellos sabrán de sus padres. Yo no. Y seguramente... ustedes tampoco. Nadie.

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