Opinión

De estafa, fraude y corrupción

Ni Bernard Madoff fue el primero, ni Jaume Matas será el último. La nómina de protagonistas de estafas, fraudes o corrupción no se limita a estos extremos y continuará, lamentablemente, incrementándose. Porque toda gran crisis -y hemos llegado a la conclusión de que ésta lo es- pone de manifiesto primero especulaciones y más tarde los excesos cometidos por personas, entidades y organizaciones -públicas o privadas- de las que nadie antes había llegado siquiera a sospechar.

Cuando el dinero abunda, como sucedía hasta bien poco, la opinión pública vive sumida en un clima de confianza hasta cierto punto involuntaria. Aún siendo consciente de la fugacidad de la bonanza, el conjunto de la sociedad no contempla, en esas condiciones, ningún cambio drástico en su propio bienestar. Como tampoco se preocupa por la posibilidad de que se produzcan cambios en el bienestar ajeno. Dejando al margen cómo se haya conseguido, la prosperidad colectiva se acepta como un triunfo y una conquista. Con todo, es precisamente en este momento en el que se gestan todo ese tipo de actividades que suponen apropiación indebida de fondos.

Llegado el tiempo de la recesión el fenómeno se invierte: la confianza universal se torna recelo y se precipita la tasa de descubrimiento de lo que hasta entonces, aún existiendo, permanecía al margen de las portadas. El dinero, ya sea público o privado, se vigila con ojos de duda y sospecha hasta el punto considerar, por definición, deshonesto cualquier símbolo de ostentación. Pero no es éste el elemento de mayor interés que la estafa, el fraude o la corrupción reúnen. Quizá el más sobresaliente sea que pasan semanas, meses, o incluso años, entre el momento en que se perpetra la acción punible y aquél en que se descubre.

En este tiempo, los estafadores y corruptos disponen libremente de sus ganancias. Los estafados, por su parte, no perciben ni sienten la pérdida. Antes al contrario, también se siente ganadores. Ambos ganan, curiosamente, durante un tiempo. Pero nunca durante todo el tiempo. Si para unos ha llegado la recesión, para los otros es tiempo de perder.

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