Opinión

LOS MINEROS DE CHILE

Chile se incorporó, durante el pasado mes de enero, a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), convirtiéndose así en su miembro número 31, el tercero de habla española, tras España (1961) y México (1994), el segundo de América Latina, y el primero de Sudamérica. Todo un reconocimiento a casi dos décadas de reforma política y otras tantas de seriedad económica, no exentas de dificultades, manifestadas durante los últimos tiempos en los planos físico y humano.


Aunque extraordinariamente estrecho, el territorio chileno es extenso a ojos de cualquier europeo occidental: con una superficie que supera a la española en un 50 por ciento, ocupa una alargada franja de litoral en la que mar y montaña distan apenas unos 180 kilómetros en promedio. Como en ningún otro lugar, la naturaleza señala aquí los límites físicos. En su costado oriental se impone la Cordillera de los Andes, la más larga del Mundo. Y en el lado opuesto, el Océano Pacífico. Con desniveles vertiginosos entre el punto más alto en tierra -el Monte Nevado Ojos del Salado, con 6.893 metros- y el de mayor profundidad marina -la Fosa de Atacama, con algo más de 8.000 metros-, prácticamente uno enfrente del otro. Sin olvidar los límites de la resistencia humana: Chile es un país extremadamente vulnerable a la actividad sísmica, que se presenta aquí con inusual regularidad. Aproximadamente cada tres décadas sufre un terremoto devastador que lo convierte, como en 1928 dijera Ortega y Gasset, en un país 'condenado a que se le venga abajo cien veces lo que, con su esfuerzo, cien veces creó'. Con todo, es un país obstinado en huir de lo efímero. Hasta el punto de haber convertido en una tradición arquitectónica reconocida por la Unesco la construcción -en su inicio sólo temporal- de iglesias de madera, alguna de ellas con más de tres siglos de antigüedad. Chile es hoy, por su carácter humilde, voluntarioso y laborioso, un referente para todos sus vecinos del Cono Sur. Y es, desde hace unas horas, y sobre todo 70 días, el país de nuestros corazones. Ese que tenía guardado bajo tierra su mayor tesoro. Y no me refiero al cobre, sino al coraje de 33 almas que nos han emocionado a todos.

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