Opinión

UN MOTIVO DRÁSTICO PARA EL CAMBIO

Hay quien cree que las bolsas de valores anticipan la evolución de los ciclos económicos. Otros, por el contrario, que terminan provocándolos. El caso es que cada arranque de año se presta a cábalas del género. Por ir a lo más inmediato, los analistas han considerado, por lo general, muy importante el comportamiento del mercado durante el primer mes del ejercicio. Hasta el punto de estimar que anticipa el resultado anual, como parece acreditar la bolsa neoyorquina: desde 1945, el signo de la cosecha de enero determinó el de la rentabilidad anual en el 88 por ciento de los ejercicios; porcentaje que se reduce hasta cerca del 70 por ciento en el caso español, cuyo índice más representativo -el IBEX- apenas supera la mayoría de edad.


Habría, atendiendo a esta pauta estacional, motivos para el optimismo. Así, acabamos de asistir al mejor enero alemán desde 1975, y al más rentable en Estados Unidos desde 1999. De entre los países emergentes, Brasil (Bovespa) y China (Hang Seng) apuntan avances de dos dígitos. Y, aunque en menor medida, también positivo ha sido el rendimiento de índices tan próximos como el MIB italiano o el CAC francés, con un 6 y un 5 por ciento, respectivamente.


Lejos de esta tónica generalizada, a este lado de los Pirineos, el IBEX, junto con el PSI portugués, presenta el peor comportamiento entre sus homólogos europeos, tras haber iniciado el año como terminó el anterior: en negativo. Las dudas sobre la salud de la banca española han pesado en el ánimo de los inversores hasta el punto de infringir un castigo diferencial a nuestro índice. No en vano éste responde de manera inmediata a los impulsos de los bancos, cuya ponderación agregada explica cerca de un tercio de su composición. Como queda patente a niveles que trascienden el bursátil, el sector financiero es el más potente de los motores cuando todo funciona. Pero, también, el más pesado de los lastres cuando, como es el caso, sucede lo contrario. Demos, pues, un voto de confianza al último de los 'decretazos', por drástico que aparente. Como es bien sabido, las fases alcistas arrancan desde el pesimismo extremo. Y en cuanto a las bolsas, siempre podemos recurrir a la ironía de Paul Samuelson, para quien sólo lograron predecir nueve de las cinco últimas recesiones.

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