Opinión

A PROPÓSITO DE LA 'REFLEXIÓN' FISCAL

Si el hambre agudiza el ingenio, la anorexia tributaria de la Administración pública española no resulta menor estímulo, como ha demostrado la 'reflexión personal' sobre una posible subida de impuestos alentada por José Blanco. Con la intención de abrir un debate dirigido a 'equiparar la presión fiscal española a la del resto de la Unión Europea', el titular de Fomento ha calificado como 'muy bajos' los tributos satisfechos en nuestro país en comparación con los servicios e infraestructuras de que disfrutamos. Dejemos al margen el escaso grado de adhesión política, social y sindical que ha concitado el planteamiento. O que, con datos de Eurostat, el coste de la vida -incluido el de aquellos servicios e infraestructuras- roce en España la media de la UE con salarios, sin embargo, un 15 por ciento más bajos. El caso es que la 'reflexión' parte de una falacia generalmente aceptada, como es la interpretación de la presión fiscal como el porcentaje que sobre el PIB representa el conjunto de ingresos públicos de naturaleza tributaria.


Desde esta perspectiva, en efecto, la presión fiscal española se aleja 6 puntos porcentuales de la media europea, con el 33,1 por ciento. Porcentaje que avala la 'reflexión' de Blanco, pero que responsabiliza a los tipos impositivos de un problema de recaudación y gasto. Pensemos que tasas de gravamen prácticamente idénticas a las actuales permitían, hasta hace poco, cosechar superávits.


Han caído los ingresos por el deterioro de la actividad. Pero también por deficiencias en la recaudación. En algunas bases imponibles -rentas de capital- ha triunfado la deslocalización. En otras -determinados rendimientos del trabajo personal o de actividades económicas y profesionales- los mecanismos de distracción legales. Y, en general, el fraude y la opacidad, cada vez más cerca de Grecia e Italia. Sólo así se explica que aquella diferencia se alcance con tipos máximos en IRPF e Impuesto de Sociedades sensiblemente superiores a la media europea, y sólo inferiores en IVA. O que un país como Luxemburgo, con gravámenes inferiores en los tres frentes exhiba mayor presión fiscal. En cualquier caso, el 'globo sonda' ha servido para que, sólo cinco días después, claudiquemos ante el 'pequeño ajuste fiscal interno' anunciado por Elena Salgado; propuesta que no ha merecido tantas portadas. Como tampoco las merece la indolencia frente al fraude.

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