Opinión

Los toros desde la barrera

Todo lo que en general rodea a la tauromaquia, y a las corridas de toros en particular, ha despertado auténticas polémicas entre partidarios y detractores, permanentemente renovadas a lo largo del tiempo. Donde los primeros sienten una manifestación artística, cultural e incluso deportiva, los segundos sufren por lo que consideran una práctica cruenta y cruel que atenta contra los derechos de los animales. Ésta es la tesis que durante esta semana se ha impuesto en Cataluña, donde se ha asignado fecha de caducidad por vía legislativa a lo que -José Tomás al margen- ya parecía carecer de viabilidad económica.


Curiosamente, el Parlament ha dado la puntilla a la denominada fiesta nacional coincidiendo con la mejor faena, en meses, de nuestro presidente del Gobierno. A quien conviene reconocer como acertada la estrategia de tomar el toro por los cuernos en el siempre difícil coso bancario. La publicación de los resultados de las pruebas de resistencia de la banca, que él mismo instó hace meses, ha provocado dos efectos inmediatos. Por un lado, ha permitido relajar la tensión sobre la deuda pública española. Y rebajar sensiblemente el diferencial de rentabilidad exigido sobre el bono alemán y, en consecuencia, abaratar el coste de la última emisión del Tesoro. Por otro, ha logrado desviar la atención sobre el propio sistema financiero alemán, que deberá lidiar los envites y pitones de los mercados, ávidos ahora de conocer su exposición a la deuda soberana.


Volviendo a la suerte de nuestras entidades financieras, los resultados ponen de manifiesto que el de los bancos es, por lo general, un tendido de sol. Y que es de sombra el de las cajas, por ser en este segmento del negocio donde se localizan los únicos suspensos y los silbidos del respetable. También la reestructuración más profunda y, por tanto, parte de la solución. Por otra parte, aún cuando no se puede afirmar que sobren las verónicas, los pases de pecho y los naturales, el cartel patrio aparece liderado por nombres y ratios de solvencia que permitirían salir a hombros aún en la hipótesis de un deterioro económico hoy considerado remoto. Lo que permite apuntarse una oreja en un momento poco propicio. Y ver, siquiera durante unos meses, los toros desde la barrera.

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