Opinión

VÉRTIGO EN LONDRES

Hoy, primero de febrero de 2013, se abre al turismo el observatorio conocido como The View, en la cima del edificio más alto de la UE, el Shard of Glass de Londres, desde el que se podrá contemplar toda su área metropolitana. Para el alcalde de la ciudad es todo 'un símbolo del empeño por vencer la recesión' en el Reino Unido. Para la historia pudiera convertirse en un ingrediente más de su lento declive.


Andrew Lawrence y Mark Thornton elaboraron, en 1999 y 2005, respectivamente, sendos índices de rascacielos con la intención de medir la relación entre los ciclos económicos y la proyección y construcción de grandes edificaciones; interesante maridaje sobre el que abunda literatura y no faltan ejemplos. Así, aunque el emblemático Empire State Building de Nueva York se inició a finales de los veinte, en pleno auge de Wall Street, no fue formalmente inaugurado hasta 1931, con el país sumido en la Gran Depresión. Aquel edificio fue el más alto de la ciudad, y del mundo, durante cuatro décadas; las transcurridas hasta que en 1972 se culminó, en la misma ciudad, la torre norte del World Trade Center. Sólo un año más tarde se terminaría el techo norteamericano, la Sears Tower, en Chicago, al tiempo que daba inicio la primera crisis energética en Oriente Medio. E irrumpía un período de estancamiento acompañado de altas tasas de inflación, desde entonces conocido como estanflación.


Asia tampoco ha resultado ajena a la maldición de la altura: el entusiasmo suscitado por la inauguración, en 1997, de las Torres Petronas, en Kuala Lumpur (Malasia), contrasta con el inicio de una devastadora crisis financiera que asoló en apenas meses el sudeste de aquel continente. Y que terminaría por extender gradualmente sus efectos a Rusia (1998), Brasil (1999), Turquía y, finalmente, Argentina (2001), en una secuencia que resulta familiar: la antesala de la crisis europea de deuda soberana se sitúa en las dificultades financieras de Dubái, aireadas en enero de 2010, coincidiendo con la puesta de largo del Burj Khalifa, la estructura más alta jamás construida por el ser humano, con 828 metros de altura.


Visto en perspectiva, este particular vértigo invade a sociedades desafiantes y orgullosas, que desarrollan dificultad para comunicarse con sus semejantes y se alejan paulatinamente de su realidad más inmediata. Condiciones para las que el gobierno británico parece estar reuniendo méritos.

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