Opinión

EL PATRIMONIO RESTAURADO

Antes de que se cierre el otoño, en su última semana, queremos animaros a ver una exposición especial: el patrimonio restaurado del -sí: é pur si muove!- Museo Arqueolóxico. La ha presentado hace unos días su director, ante el conselleiro, en las salas de la 'Fundación Especial Novacaixagalicia'. No debe ser esfuerzo, como dice, sino obligación gozosa, divulgar el trabajo de conservación en la institución museística, máxime desde la anómala situación en que se halla, sin poder utilizar sus céntricas instalaciones en todo lo que llevamos de siglo. Debemos felicitarnos, pues, doblemente por su presencia de nuevo en la Praza Maior, aunque sea en una exposición temporal. El proceso de restauración en el museo, desde sus criterios técnicos y culturales, pasando por la propia intervención técnica, explicita su labor en la cocina museística, poniendo delante de los ojos de la sociedad ourensana una de las razones de su existencia. La otra es acceder al elenco de obras que atesoran para conservar y proteger el patrimonio mueble común: escultura, pintura, orfebrería y mosaico, loza y tapices, grabados, además del arqueológico de las excavaciones y hallazgos fortuitos, que es cerámico, pétreo y metálico generalmente. En la pequeña sala de la antigua capilla de la Tercera Orden del convento de San Francisco hay una espléndida selección que debían conocer estudiantes y asociaciones, paso obligado para los visitantes: un flujo que debe aprovechar la proximidad del claustro Gótico, y entrar, tras su restauración en la primavera pasada.




Juni, de Prado y Benson


En la sala superior, o principal, la pieza más sobresaliente es el retablo de Laroá/Xinzo, obra renacentista de la antigua capilla de la Anunciación, escena sita en su hornacina central. Atribuido por la antigua directora del archivo Olga Gallego a Auymon Pourchelet (ca. 1575), Miguel Ángel González, delegado del patrimonio eclesiástico, ha demostrado en los años noventa en la revista Porta da Aira del Grupo Francisco de Moure que es anterior: se hallaría en el entorno estilístico del retablo de Xunqueira de Ambía del Maestre Juan y Gaspar Salgado, estudiada en 'Auria, cien obras maestras del arte de Ourense'. La Inmaculada de la sacristía del convento de San Francisco es del gran Juan de Juni, otro de los autores destacados en dicho libro por la Virgen de la O de Allariz (iglesia de Santiago). El artista, que se inspira en Michelangelo Buonarroti, hace la imagen de culto en torno a 1577. Porque todas las obras de esta espléndida exposición son religiosas, de iglesias parroquiales y capillas -algunas particulares, como la del Pazo de Alongos (Toén)-, o monasterios, como el cisterciense de Montederramo. De aquí proceden magníficas piezas barrocas de Mateo de Prado.


Finalmente, destaquemos el cuadro de la Crucifixión, que se atribuye a Ambrosius Benson, artista lombardo-flamenco de Brujas con importante mercado en España. Al salir acercaos a la Catedral, para ver in situ la marcha del proceso restaurador de las pinturas barrocas del Pórtico del Paraíso: es inminente su puesta de largo. n

Te puede interesar