Opinión

De peanas meritorias y otras basas

Son los pedestales muebles-base que separan de la tierra que pisaron a personas consideradas próceres por los rectores de la sociedad, y cuyas figuras de busto o cuerpo entero colocan los poderes públicos locales o nacionales, tras su muerte, por sus méritos, en plazas abiertas desde el siglo XIX. Civiles, religiosos o militares, fueron considerados merecedores de esa visibilidad póstuma por aquellos. A veces, incluso, lo han hecho con personajes de ficción, caso de D. Quixote, o incluso con su creador, al conservarse retrato, como ocurre con el Principito y Antoine de Saint-Exupéry. En los recientes tiempos democráticos se han ido colocando más bajos, y los artistas de la escultura los han ido colocando en el suelo, tanto a santos como a san Francisco, que siempre tuvo los pies en la tierra, o como hace el artista Álvaro de la Vega en el  auditorio de Ourense, sentándolos en bancos o en torno a una mesa camilla, como Álvaro Cunqueiro en Mondoñedo o Manuel María en Monforte de Lemos, ambas en Lugo, tierra de la artista Sesé Santiso (María José Santiso Gómez, n. 1964).

La pintora y ceramista, licenciada en Bellas Artes en Salamanca, trae a la galería Marisa Marimón su Proyecto Peana. Dispone Sesé frente a la entrada sobre vidrios, obras de grandes monumentos, referentes todos del imaginario colectivo, la de Colón, un santo de retablo, otra ecuestre, que coloca en repisa o el suelo, arrimadas a la pared, en efímera colocación. Desde dicha ancla desarrolla la narración en plano-secuencia cinematográfica disponiendo en pequeños cuadros las peanas, elaboradas con lápiz y acrílico sobre tela, o madera, como las del escaparate, en las que dibuja sendas escaleras de mano. Son variadas estas bases, alguna de las cuales proyectan sombras, obras enmarcadas unas, con fino filete otras para pasar finalmente a otras de formato minúsculo, tamaño disquete antiguo de 3½, de los que se utilizaron en los pasados años setenta, que guarda en parte en una de aquellas disqueteras. Cerca, la artista añade esculturas cilíndricas de pasta refractaria y esmaltes de alta temperatura, con otras echadas y amorfas, en peanas, los Héroes. La más compleja es la de la formación rocosa sobre palet, concebida para ser suspendida, con una estructura-pedestal. De modo conclusivo, Santiso añade en un álbum cerrado propuestas sobre pedestales dorados, todas de mujeres como María Mitchell, astrónoma profesional en el XIX. Con ella, Emmeline Pankhurst, Carmen de Burgos o Sofía Casanova, que asimismo están en el Camino de la Igualdad del campus, con otras famosas escritoras, filósofas, economistas, viajeras como Egeria o Camille Claudel, pues como señaló la profesora Purificación Mayobre al presentar la senda, “es necesario visibilizar la presencia de las mujeres en todos los ámbitos del saber”. Con ellas, la escultura de Xavier Riomao.

En la ciudad hay una notable obra de Asorey, el monumento franquista inaugurado el 29 de octubre de 1951, Día de los Caídos, con un gran pedestal ad hoc, en el que iban el yugo y las flechas con la usual frase, contratado a Adolfo Suárez por 61.575 pesetas. Mas la fuerza plástica del gran artista cambadés, al que se dedica desde el 1 de abril el Día de las Artes, más allá del encargo coyuntural sigue hablando desde la inspiración miguelangelesca.

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