Opinión

VECINO Y DE PADUA, ARTE DE VERANO

Finaliza el año expositivo con la llegada del verano. Las distintas salas de la ciudad cambian sus propuestas artísticas por otras más visuales, acordes con la estación. No es el clima lo determinante, mas si la dinámica liviana la que se impone a nuestro ritmo desde lo festivo de las vacaciones (seguir los ritmos de la naturaleza es una guía natural): la sala Marisa Marimón ha cerrado hasta septiembre y Visol mantiene la actividad. La magnífica muestra de Buciños en la Alterarte universitaria continúa por unos días; y Yolanda Carbajales ha descolgado sus obras de la sala de Santo Domingo, en la que la artista grabadora gallego-caraqueña se ha presentado desde sus mezzotintas. Con múltiples premios desde su licenciatura en Salamanca en los años noventa hasta el 'Mª Teresa Toral' en 2011, su visión nos ha hecho recordar aquellas bienales promovidas por Carlos Quesada desde la obra cultural de Caixa Ourense. Por su parte, Ayuntamiento y Diputación rivalizan desde sus salas, tres en cada caso. Hoy nos acercamos a sus propuestas de verano.


Es la primera, por anterior, los Diálogos entre Luis Vecino y Ángel Soldevilla, en la sala principal del Centro cultural multidisciplinar de la Diputación. Se trata de un ejercicio tipo fin de curso entre aquel pintor veterano, que desde la pintura hace el papel docente mostrando temas plásticos estilísticos desde la figuración, a la abstracción a Soldevilla, neófito, joven poeta con ópera prima de inverosímil título que elabora volúmenes y llega, además, con un excursus metaliterario en vitrinas. En ellas está lo más interesante de la prescindible muestra. La relación de ambos se propicia desde la tertulia de El Cercano de Moncho Conde-Corbal, en clave outsider o alternativo, con Vecino al piano y Soldevilla declamando sus poemas. Mas sus obras semejan un diálogo de sordos.


El interés por la obra del pintor, tras la exposición Azul con obra de 1987 (Galería Manuel Márquez, 2011), se desvanece en lo superficial de un muestrario ante el joven, quien definió el momento artístico que vivimos de vacío e inocuo (sic). La correcta puesta en escena desmerece no obstante el criterio (?) que se sigue para la primera sala del Simeón.


Cristina Parada de Padua (Vaud/Lausanne, Suiza), viene a Ourense en la adolescencia y comienza a pintar desde un libre autodidactismo (Casino de Figueira da Foz, MºMunicipal de Ourense 2004 y Casa Cultura Monforte, 2005) son su espaldarazo inicial a unas formas llenas de un color de algo más que aire grafitero.


Esta forma de expresión plástica urbana la mostró en 2009 en O Couto. Las obras del Municipal que comentamos tienen la estética del aerosol del graffiti, con formas curvilíneas afines a la psicodelia del LSD del Flower Power de los años sesenta y setenta. Sus obras remiten a universos imaginarios, mas también desde lo concreto del mundo vegetal, aunque a veces sea negro. (Las propuestas de mayor vuelo en próximas entregas antes de la canícula).

Te puede interesar