Opinión

Buscar trabajo a los cuarenta y...

Llegó con la sonrisa floja de la rendición agarrada a su cara. La costra de la desesperación es imposible de disimular ni con una capa de maquillaje caro. "Estoy a punto de tirar la toalla. Me paso el día entregando el currículum y ni siquiera me llaman para hacer la entrevista", dijo entre lágrimas. Con la prestación de desempleo a punto de caducar, la única alternativa para muchos parados como ella es regresar a casa de sus padres a una edad en la que tendrían que estar pensando en cómo pagar la carrera a los hijos.

"Seguro que con tu experiencia laboral pronto encuentras algo", intentaron animarla. En el montón de currículums que dejó sobre la mesa podía leerse que estudió Turismo y su nivel de inglés le permite mantener una conversación fluida con un nativo, como demostró durante el tiempo que se ocupó de la recepción de un hotel. Su experiencia en el sector del comercio es incuestionable. Fue dependienta en una tienda de moda, vendedora en una franquicia de telefonía móvil y también trabajó varios años comprando oro. Durante ese tiempo comprobó las miserias del desempleo desde el otro lado de la ventanilla, entregando en más de una ocasión un pañuelo para que el cliente se secase las lágrimas antes de desprenderse del anillo del abuelo o de una joya cargada de recuerdos impagables.

Pero la burbuja del oro pinchó cuando ya no quedaban ni anillos ni piezas dentales que vender o empeñar y ahora es ella la que busca trabajo con más empeño que confianza en conseguirlo. "A mi edad no me quieren para nada", afirmó con resignación. "Pero si hace poco que has cumplido los cuarenta", añadió un colega sorprendido por el comentario. Precisamente por eso. Está en la edad de la nada.

Una amiga que trabaja en una gestoría aclaró que las bonificaciones fijas en la contratación son para menores de 30 años o mayores de 55. Y para los que caminan entre ese espacio de 15 años, sobre el papel los mejores de la vida, puede haber bonificaciones especiales como en los casos de riesgo de exclusión social, cargas familiares o paro de larga duración. "Yo también entiendo que si a un empresario o a un autónomo les sale mejor contratar a jóvenes o a mayores lo hagan", respondió después de que la amiga cantase las cuarenta. 

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