Opinión

Caminar en bloque

En un pueblo de Galicia, tan de derechas que hasta hubo un tipo que intentó que un novillo recibiese la primera comunión, ganó por goleada el BNG. Ni mareas ni otros experimentos, el Bloque, "porque a marea somos nós", decía antes de las elecciones el alcalde. Con una oposición que no merece un suspiro ni una nota a pie de página, Manuel, que así se llama el regidor, ganó las elecciones por mayoría absoluta. ¿Prometió un porrón de puestos de trabajo? Pues no, su concello continúa palmando población como casi todos los pueblos de Galicia.

Hasta el cura, con la autoridad del púlpito, acabó sucumbiendo a sus encantos y eso que durante una festividad de Reyes le reprochó que no apandase con la cuenta de la megafonía de la obra de teatro. Ese día, muchos pensaron que el alcalde acababa de enterrar sus aspiraciones políticas, pero el hombre, con dos años por delante en el cargo, continuó con su programa. Tan sencillo como las buenas cosas, tan humilde como los que hacen grandes obras sin pedir después la cuenta. Había un río famélico como una comida sin segundo plato y unas fincas que no daban para elaborar el primero, a no ser que se decida comer todos los días maíz. Y ni para eso llegaría, como saben los lugareños.

El alcalde del Bloque, con el cura en contra, el pueblo indiferente y los grandes partidos de la oposición en descomposición por unos cabeza de lista a los que no les prestarías un clavel, decidió a mitad del mandato hacer un paseo fluvial a la orilla de un río con sed. Aventuraron que sería un fracaso. Dijeron que estaba enterrando sus aspiraciones políticas. Pero el pueblo, hasta el cura, principió a caminar por la vereda de un río de aguas abundantes en invierno y melancólicas en verano.

Ayer, unos rapaces intentaban tirarse de cabeza y los que por allí pasaban les dio la sensación de que se jugaban la vida arrojándose a un caldero. El pueblo comenzó a caminar, el alcalde del Bloque siguió en la alcaldía mientras su partido político se diluye, y el cura también recorre los 600 metros de paseo fluvial con la cadencia del rosario.

Son sólo 600 metros, pero si vas y vuelves, vuelves y vas, te encuentras con un pueblo más de derechas que el cura que ha decidido caminar en bloque. De política, si tal mañana.

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