Opinión

Gobernantes sin caridad

La cara más cabrona del capitalismo es negar la pobreza y que a los necesitados le vaya dando de comer Cáritas, que para eso está. Nos gobiernan una panda de tipos sin escrúpulos que no tienen ni puñetera idea de cuánto cuesta un menú del día porque su comida se la pagamos siempre todos y desde hace un porrón de años.

Nuestro gracioso presidente Feijóo tuvo el papo de desdeñar en el Parlamento los datos de Cáritas para negar problemas de nutrición en Galicia, como le reprochó Yolanda Díaz. El presidente incluso le dijo a la viceportavoz de AGE que su coalición era como la "Santa Inquisición". El mundo al revés. Una mujer de izquierdas apoyándose en un informe de una organización de la iglesia y el líder gallego de un partido capillitas negando la valía de esos datos.

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, también desacreditó ayer el informe de la pobreza elaborado por Cáritas, que incide en que España es el segundo Estado de la Unión Europea con mayor índice de pobreza infantil. El Gobierno maneja otros datos. Los que le conviene sacar a pastar. Al lenguaraz ministro le ha parecido mal que Francisco Lorenzo, coordinador del Equipo de Estudios de Cáritas Española, alertase de que con la mitad que nos va a costar el flotador de las autopistas se rescatarían 700.000 hogares que no ingresan ni un can. Para la banca, para las autopistas y para los amigotes que financian partidos políticos sí hay parné. No se puede dejar caer un sistema perverso del que se lucran unos cuantos, como bien saben Montoro y Feijóo.

Los que nos gobiernan están intentando cerrar la boca a los que atienden a los necesitados a diario. No es probable que ellos se remanguen para trabajar a favor de los necesitados, como hace desinteresadamente la sociedad civil.

Esta semana un musulmán con cuatro hijos acudió a Cáritas de un pueblo gallego para conseguir comida. Había unos estupendos filetes de cerdo que había entregado un carnicero y así se lo dijeron. El hombre, muy creyente, se quedó unos segundo mirando la carne y tras conversar con su conciencia soltó: "Primero vamos a comer porque nos morimos de hambre y después rezaremos el triple".

Como era aquello de dar de comer al hambriento... No tienen ni escrúpulos ni caridad.

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