Opinión

Mejor mal acompañado que solo

Hay verdaderos maestros del género de sucesos. Consiguen que cada letra duela y las comas apuñalen al lector como si formase parte de la trágica escena. A pesar de sentir admiración por estos compañeros que podrían suplantar a un forense sin levantar la mínima sospecha, la temática nunca ha conseguido atrapar a este chófer de anécdotas. Quizá porque en la sección de Deportes se aprende que las alegrías no sólo reconfortan, sino que venden mucho más que las penas.

Pero hay titulares que hacen que bajes la guardia y te despeñes contra una noticia que te va dejar el ánimo trizado. En la Audiencia de Pontevedra ayer se juzgó a un 'ghichiño' de Vigo por intentar asfixiar a su pareja. Hasta ahí la historia puede parecer normal. Un fulano se pasa con la botella y al llegar a casa paga la cogorza con la contraria. Ya se ha dicho aquí que en estos casos el alcohol no es culpable, pero siempre es testigo.

Y cuando uno supone que le mujer le va a intentar arrancar los pulmones para que sienta lo mismo, ella le implora clemencia al tribunal: "Lo único que voy a pedir es que le dejen en libertad. Todos merecemos el perdón. Sólo les pido eso. Yo no tengo a nadie, estoy sola. La única ayuda que tengo es él". Un espanto. Pobre rapaza. Y en su situación hay miles de personas. El padre del protagonista de 'Los príncipes nubios', escrito por Juan Bonilla, suelta un pensamiento que quizá ya haya pasado antes por este folio, pero es necesario recordar: "Mejor mal acompañado que solo".

La soledad se lleva a más gente por delante que la carretera y no se hacen campañas para evitarlo. Según los últimos datos facilitados por el Instituto Nacional de Estadística, en España ya hay más muertes por suicidio que por accidente de tráfico: 3.539 frente a 1.995 en el año 2012. En siete años el aumento de este tipo de muertes ha sido de un 11% y en Galicia las cifras son todavía peores. 332 personas se quitaron la vida y 162 la perdieron en la carretera en el año referido. Son 12 casos por cada 100.000 habitantes, muy por encima de la media estatal que está en 7,5.

En la mayor parte de estas dramáticas decisiones influye más la soledad y la elevada edad que la situación económica. Difícil decisión la del tribunal pontevedrés.

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