Opinión

Nueva política, los mismos votantes

Este chófer de anécdotas trabajó con un director que predicaba "el lector no tiene memoria" cuando la tropa cuestionaba repetir algún matiz de una información publicada unos días antes. Hace unos años, pocos como para que se haya apagado el recuerdo, la Diputación de Lugo organizó una conferencia sobre las campañas electorales, las nuevas tecnologías, las redes sociales y esas gaitas. Y cuando casi todo el auditorio estaba convencido de que las siguientes elecciones se podrían inclinar en la red, el que rellena este folio comentó que no veía el negocio para un político que quisiese pescar votos en provincias con más canas que chupetes como Ourense o Lugo. La idea está muy bien para núcleos urbanos a los que los rapaces emigran buscando una oportunidad sin, a veces, calibrar el po- tencial que dejan atrás en el rural.

Jarrearon palos en el tejado de Mariano Rajoy por no acudir a un debate en internet en 'El País' contra Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera, pero un votante fiel comentó al día siguiente que había hecho macanudo en rechazar el sarao y apostar por una entrevista en Tele 5. El argumento que se esgrimió redundó en que los debates electorales a par- tir de ahora tendrán otra dinámica, aunque parece que no se ha contado con que los votantes son los mismos o quizá algo más viejos, porque la peña se muere a un ritmo inferior al que recomendaría el Fondo Monetario Internacional para no apoquinar con las pensiones y traer un hijo al mundo acarrea tantos problemas como una hipoteca.

La política 2.0 que ha triunfado, para al- gunos contra pronóstico, en ciudades como A Coruña, Santiago, Ferrol, Cádiz, Madrid, Barcelona o Valencia la intenta contrarrestar Rajoy con partidas de dominó con pensionistas de Olmedo a la manera de Aznar o de Fraga o con un mitin subido a un banco de Benavente como tuvo que hacer nueve años atrás por un boicot de unos sindicalistas. Habló de la importancia del rural y es consciente porque cuando Feijóo llegó, también contra pronóstico, a la presidencia de la Xunta en 2009, el líder del PP estatal se pateó la provincia guiado por José Luis Baltar para estrechar manos hasta en el lugar más esquivo. Hay nueva política pero Rajoy apunta a los mismos votantes 

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