Opinión

Todo es lamentable

Cuando Gerardo Conde Roa llegó a la alcaldía de Santiago, un fotógrafo avispado comentó en un corrillo de periodistas: "Tienen todos cara de llegar a trincar sin ningún disimulo". Ayer la capital de Galicia firmó su tercera opereta en un sólo mandato. Ángel Currás, el sustituto de Conde Roa en el Concello compostelano, también tuvo que entregar la cuchara porque el aparato y Núñez Feijóo explicitó su descontento con una lapidaria frase sobre su futuro: "Pregúntenle al alcalde".

Currás pretendió atornillarse en el cargo e incluso ofreció puestos a gente no electa de su confianza para sustituir a los nueve de los trece concejales dimitidos por problemas judiciales. La rueda de prensa que había convocado para develar su nuevo equipo de gobierno sirvió para escenificar su funeral político.

Alberto Núñez Feijóo ha enviado a Agustín Hernández, uno de sus conselleiros más capaces, a apagar el incendio compostelano hasta las próximas elecciones. Fue de último en la lista en las pasadas municipales y es la persona que más papeletas tiene para encabezar la próxima candidatura. Santiago vuelve a contar con un alcalde que no ha sido votado por la ciudadanía y la imagen que ha propinado en los últimos tiempos es lamentable. "Lamentable a estas alturas de la película es todo. Se ríen directamente del ciudadano", volvió a confesar ayer a este chófer de anécdotas un miembro del partido descontento con el rumbo que ha tomado la política.

No es de extrañar ante este tipo de comportamientos y situaciones que el personal pase de la estupefacción al hartazgo y acabe votando por opciones novedosas, con un futuro incierto y sin experiencia de gobierno.

El fuego compostelano obliga a Núñez Feijóo a remodelar la Xunta de Galicia y Agustín Hernández se enfrenta al reto de airear un ayuntamiento que supura desconfianza, pero la jugada no debería terminar en un cambio de caras. Es el momento de que una nueva generación y con unas normas precisas irrumpa en la escena política para devolver la dignidad a una actividad tan noble como servir al ciudadano y velar por el interés común en vez de por el propio. Gracias a todos por los servicios prestados durante estos años, pero ahora se necesita sangre nueva y no venas viejas.

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